ENVÍO DIPLOMÁTICO

Una historia sin fin

Si acaso los actores secundarios y los extras varían, pero el drama es el mismo y poco puede esperarse que cambie en esta ocasión

OPINIÓN

·
David Nájera / Envío Diplomático / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La situación en Israel y Palestina es una película que hemos visto en diferentes versiones durante décadas, con cambios de actores (pocos), de libreto (ajustes), de escenarios (siempre los mismos). 

Si acaso los actores secundarios y los extras varían, pero el drama es el mismo y poco puede esperarse que cambie en esta ocasión.

En estos días, en que tanto se ha escrito y opinado, y la multiplicación de expertos abruma tanto como sorprende la ausencia de opinión de tantos otros temas internacionales, vale la pena destacar que, pese a todo, ha habido avances y que ello contrasta con la larga estancia de los actores políticos, sus intereses y su anquilosamiento.

Pasar de una guerra de independencia o de una tragedia, según se vea, a que el mundo desde hace años haya acordado el reconocimiento a dos entidades nacionales que deben de dirimir como se dará esa convivencia, fue un paso relevante que transcurrió a lo largo de años de acciones bélicas y de terrorismo mutuo sembrando un rencor que se creyó imposible de erradicar. 

Sin embargo, los Acuerdos de Oslo generaron esperanzas y realidades; Israel pudo acotar su alta deuda e inflación y las inversiones fluyeron atrayendo mucho del talento tecnológico de la guerra a la paz y Palestina empezó a tener condiciones de calidad de vida y expectativas de desarrollo. Pero el empeño de Benjamin Netanyahu y la reacción que representó generaron la desestabilización y fin de ese proceso, retornando las condiciones de desesperación y estancamiento que caracterizan a los Territorios Ocupados y que también merman las expectativas de un desarrollo para muchos jóvenes israelíes.

El largo liderazgo de Arafat y, luego de Abbas, no refleja un cambio relevante ni de generaciones ni de espacios de participación social en Palestina. El surgimiento de Hamas se vincula con las estrategias de control de los Servicios Secretos de Israel a la primera Intifadah, luego el genio se salió de la botella y terminó por controlar Gaza, en gran medida, porque ahí los efectos de la paz fueron mucho más escasos y porque el liderazgo de la Autoridad Palestina resultó ineficiente para no abundar en adjetivos al respecto.

En el lado de Israel, la larga presencia política de Netanyahu se relaciona más con el fortalecimiento de los intereses del complejo militar industrial local, la lenta desaparición del laborismo de inspiración judeo europea, frente al crecimiento de la demografía judeo oriental y, sobre todo, de los grupos ultraortodoxos, que han sabido usar y manipular el fiel de la balanza en el Parlamento hasta controlar carteras sustantivas que siguen dando paso a procesos de expansión en los Territorios.

No, la invasión de Gaza, no es solución, como tampoco será sencillo desaparecer del todo a Hamas, ese grupo de terroristas que son hoy el instrumento geopolítico para que un grupo en el poder en Irán, que ya no puede controlar su sociedad, encuentre otros espacios para hacer de la tensión el nombre del juego cotidiano. No hay inocentes en todo esto, como no lo sean las víctimas civiles que desde hace años pueblan los cementerios del Medio Oriente y las esperanzas de un futuro mejor que alimentó generaciones enteras.

POR DAVID NÁJERA
EMBAJADOR DE MÉXICO Y PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO

PAL