MIRANDO AL OTRO LADO

Razones del militarismo

La escena lo dijo todo. Y se capturó el imaginario del público: un Presidente vestido como si tuviera una enfermedad terminal

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La escena lo dijo todo. Y se capturó el imaginario del público: un Presidente vestido como si tuviera una enfermedad terminal, con la cabeza empinada notoriamente ante el general. Fue una fotografía muy latinoamericana. ¿cuántas veces hemos atestiguado esa misma escena, pero en Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú? El poder civil mostrándose doblegado ante el poder militar, ya sea por comisión o por omisión.

El general Cienfuegos, ese ex secretario de la Defensa Nacional de México que fue acusado de haberse puesto de acuerdo con una franja del narcotráfico para su protección y beneficio, luego arrestado en Estados Unidos y, en un primer momento, festejado por el Presidente como la mejor prueba de la corrupción de los gobiernos neoliberales anteriores al suyo.

Repentinamente el Presidente dio una media vuelta y, sin explicación alguna, se tragó sus palabras. Demandó la entrega del general a México, so pena de cancelar toda colaboración entre los respectivos Ejércitos. Esa entrega se logró en una negociación entre Trump y AMLO, sin que se hayan esclarecido puntualmente las razones de la también media vuelta de Estados Unidos.

El Presidente ha hecho alarde de su defensa del general Cienfuegos. Considera que debe ser un instrumento de la próxima elección presidencial en México. Acusa a la DEA y, por ende, el gobierno estadounidense, de haber inventado los datos para chantajear a México. Y amenaza con retirar toda cooperación entre las fuerzas armadas de aquel país y México.

Es decir, profundiza su estrategia de enfrentar a Estados Unidos en el terreno político, mientras colabora en el terreno económico. Bueno, eso es, más o menos, lo que entiende sobre cómo puede coexistir la relación bilateral con el país vecino.

Complica la relación energética, para luego mostrarse dispuesto a negociar en lo individual concesiones a las empresas que reclaman un trato dentro de la ley. Seguramente hará lo mismo con la importación de maíz transgénico, la explotación del litio, etc. Firmeza pública que luego se disipa en acuerdos en la mesa de negociación, como gestos de flexibilidad dentro de la dureza.

¿Por qué militarizar lo que antes era civil? Hay por lo menos dos razones para llegar a este punto. La primera es porque el Presidente ha visto el grado de deterioro del país en todos los sentidos. Especialmente a partir de la guerra del narco contra el Estado mexicano. Y considera que no puede ganar la guerra sin emprender un asalto frontal y brutal contra los cárteles.

Y no está dispuesto a ello porque sus tesis políticas quedarían expuestas por lo que son: frases huecas y conceptos irreales que no atienden a la realidad. Por lo tanto, necesita la colaboración expresa del Ejército para emprender la huida noble. Es decir, no enfrentar a los cárteles para no generar más violencia y baños de sangre, pero tampoco retirándose completamente del campo de batalla. La política anti narcotráfico de AMLO está hecha de una gran simulación. Y en eso quedará.

Para que la simulación funcione, necesita la total colaboración del Ejército y sus principales mandos. Y ha recibido esa total colaboración…pero a un precio. El precio es la segunda razón de la militarización.

Si el Ejército va a simular nada más que va a realizar su tarea principal, que es la seguridad nacional, y también la pública ahora, entonces deberá asegurar satisfactores a los integrantes de la fuerza. Convertir al Ejército en una nueva clase empresarial quizá parecía, en un primer momento, como algo “fácil” de otorgar. Nunca le ha causado ningún conflicto a AMLO regalar dinero ajeno, ¿por qué habría de causarle algún prurito ahora?

De pasada, la transformación del Ejército desde el ser un instrumento de represión desafilado y desactivado a uno empresarial significa el traslado de cuantiosos recursos públicos para que las alforjas militares puedan llenarse rápidamente y, así, tener el pretexto y excusa para no reprimir, sino enriquecerse.

Incluso, los antiguos enemigos pueden volverse socios. El dinero canta muy distinto a los balazos. Un ejército de empresarios está más interesado en la política que en la guerra. Querrán ser diputados, senadores y, ¿por qué no?, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

La gran diferencia entre los políticos y los militares es que los primeros existen mientras ganan las elecciones, mientras que los militares estarán presentes siempre, definidos por su escalafón interno. No se van a ningún lado que no sea el campo militar, mientras los políticos se van a su casa. Por esa razón, las acciones de López Obrador de encumbrar al mando militar confirma, simultáneamente, su subordinación a él. Olvídense de la Constitución. Quienes mandan son los militares, no el Presidente.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

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