COLUMNA INVITADA

La guerra eterna

Es una tristeza que pese a tantas y terribles lecciones, no comprendamos que la guerra nunca será la salida

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La historia de Medio Oriente durante muchos siglos ha sido tristemente violenta. Aunque esta valoración no se aplica de manera exacta a todos los países ubicados en esa región, en el imaginario colectivo y también gracias a las constantes intervenciones occidentales, rusas y a la propaganda estadounidense, a esa parte del mundo en la que se encuentra la cuna de la civilización, siempre se la ha visto como un lugar hostil.

Estar situada en una posición geográficamente estratégica, con abundantes recursos petroleros y tener una diversidad étnica y religiosa, a veces poco menos que problemática, poco ha ayudado a que la región se estabilice. Si bien al día de hoy existen casos excepcionales como Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí (todos ellos alineados de alguna u otra forma con Occidente) que han encontrado cada uno su fórmula para crecer económicamente y mitigar cualquier conflicto bélico que los desestabilice, hay otras regiones que desafortunadamente padecen de un violencia que parece eternizarse.

Es el caso de Palestina e Israel, quienes desde el fin de semana pasado enfrentan una escalada de violencia no vista desde hace 50 años, cuando sucedió la guerra de Yom Kipur. Las imágenes que han circulado en redes y medios durante los últimos días son dramáticas, terribles.

Está claro que esta nueva y atroz guerra acaparará la atención de los medios durante semanas, meses, dependiendo cuánto tiempo se alarguen las hostilidades, está claro también que las narrativas a favor o en contra del Estado de Israel buscarán polarizar a una sociedad cada vez más polarizada en casi cualquier asunto. Y es que el conflicto árabe-israelí tiene todos los ingredientes para propiciar posturas y discusiones bizantinas. Entrar ahora mismo a redes sociales y buscar cualquier hashtag o entrada referente al conflicto nos va a sumergir en uno de tantos alegatos apasionados que se viven en el ciberespacio.

Así que ante la tentativa facilona de “tomar postura”, he decidido, en esta columna, apelar por el sentido común y por el derecho que tienen todos los seres humanos a una vida libre de violencia. Lo sucedido este fin de semana en Israel y Palestina me entristece sobremanera. Me considero de espíritu optimista y tengo fe en la humanidad, pero sucesos como este, que se suman a una no muy larga pero si penosa lista de conflictos bélicos que vive el mundo hoy día, me provocan un profundo sentimiento de desesperanza.

Y nada ayuda menos a mi optimismo que ser testigo de tantas consignas de odio que celebran el ataque a Israel.

Quiero ser claro, creo firmemente que ambos pueblos, el israelí y el palestino, tienen derecho a un Estado, a una nación. Desafortunadamente los pésimos liderazgos políticos de esos países en las últimas décadas han dinamitado esa posibilidad, y lo sucedido este fin de semana es una triste y trágica evidencia de ello.

Tanto de un lado como del otro, los radicalismos políticos han puesto una y otra vez barreras y obstáculos al diálogo y al entendimiento. La cruel política israelí de despojar a palestinos de su territorio ha ido secundada por ataques a civiles israelitas por parte de grupos como Hamás o Hezbolá, que hay que decirlo, no son, ni forman parte del gobierno de Palestina.

Mientras el gobierno del derechista Netanyahu lleva a cabo una política de contención del conflicto, rodeado de radicales de derecha ultraortodoxos, y atrincherando cada vez a la población palestina, los de la casa de enfrente, dominados por el fundamentalismo islámico de Hamás aspiran con destruir por completo a Israel.

Así, como es costumbre en la historia de la humanidad, la arrogancia, la estrechez de miras, el egoísmo, el odio, la ceguera ideológica y religiosa y la ausencia de empatía, sin mencionar claro los apetitos económicos de propios y extraños, asistimos hoy al inicio de un conflicto que dejará incontables muertos y heridas enormes para una población ya de por sí castigada por la constante violencia a la que ha sido sometida durante décadas por políticos incapaces de lograr acuerdos.

Asistimos hoy a un episodio más de la barbarie humana. Es una verdadera tristeza que pese a tantas y tan terribles lecciones que hemos vivido durante siglos, no podamos comprender que la guerra nunca será la salida. Mis pensamiento están con y por la gente de Israel y Palestina. Jamás con sus líderes.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

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