MALOS MODOS

Condecorados

“La Medalla Belisario Domínguez es para el Doctor Patán, por sus aportaciones en el campo de la salud mental y su compromiso militante con la justicia social”.

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Doctor Patán estaba a nada de solicitarle al Segundo Presidente Más Popular del Mundo que girara las instrucciones necesarias para que se le diera una medalla. Tenía bien clara la escena. Aunque para los trajes soy más de corte tipo inglés, saldría a escena, entre los compañeros senadores del movimiento, con el uniforme morenista de gala: las mangas del saco hasta los nudillos, los hombros caídos, el botonazo inminente, la mancha de mole en la camisa y los zapatos caros, pero sucios. O, tal vez, con el chaleco morenista, ese que tan bien se le ve al Mario. Entonces, empezaría la ceremonia: “La Medalla Belisario Domínguez es para el Doctor Patán, por sus aportaciones en el campo de la salud mental y su compromiso militante con la justicia social”.

No era una cosa de vanidad, de narcisismo, de autoestima voraz. Era una estrategia. Pensaba que la condecoración podía ser un buen modo de relanzar mi candidatura hacia 2030, que, debo decirlo, ha entrado en una fase de temporal, pero dolorosa, de estancamiento. Así que en esas andaba, listo para hacerle esa fraternal solicitud al Motor de la Transformación, cuando vi su imagen en el acto de enmedallar al general Cienfuegos, un enmedallamiento que, seamos autocríticos, solo puede catalogarse como un tremendo lamparón a la investidura, tan limpia que estaba. Y, como es frecuente en estos casos, se me vinieron en tropel los malos recuerdos. Su doctor recordó que en su momento le dimos el Águila Azteca a Díaz-Canel, que será muy compañero de ruta pero tiene la costumbrita de encarcelar a adolescentes por protestar en Cuba, y recordó también que, antes, le abrimos las puertas gloriosas de Bellas Artes a La Luz del Mundo para un homenaje al señor Naasón Joaquín, que luego fue detenido por abuso sexual de menores y posesión de pornografía infantil. Y pasó con esos recuerdos lo que siempre pasa: que empiezan a llegar a la mente escenas escalofriantes. Algo así: estoy por recibir la Belisario y de pronto, de sorpresón, anuncian que en la misma ceremonia investirán con la Gran Orden de la Austeridad Republicana a Napito o al licenciado Bartlett, que es un patriota pero, la verdad, no un dechado de pobreza franciscana. (Por cierto, queridas lectoras, parece que sigue soltero, por si ocupan.) No, pues no. Estamos fallones con los condecorados, hay que decirlo.

Así que, señor presidente, no se moleste con lo de la medalla. Se me ocurre que, en cambio, podría ayudarme a cabildear con los medios para una nota de este tipo:

“Doctor Patán, el Olof Palme de la Cuarta Transformación. Por su defensa del pacifismo y su compromiso con el Tercer Mundo, el médico más popular del país podría ser la versión Valle del Anáhuac del legendario político sueco”.

Y ¡bum!: las clases medias en el bolsillo. Se lo encargo, señor.

#DoctorPatán2030

POR: JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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