El pasado sábado 7 de octubre el mundo se conmocionó al escuchar que más de 2,000 misiles estaban siendo enviados a Israel por parte del grupo militante islamista Hamás. Desde entonces, Israel ha declarado estado de guerra, elevando las tensiones y condiciones conflictivas en la Franja de Gaza. El ataque de Hamás demostró la vulnerabilidad de los sistemas de inteligencia israelí, a pesar de ser reconocidos como unos de los más destacados a del mundo entero.
Si bien enfrentamientos armados en terreno siguen presentes, desde hace más de tres décadas la ampliación de los servicios de Internet a nivel global introdujo la posibilidad de enfrentarse de manera remota. Fue hasta los años noventa que distintas agencias de seguridad de Estados Unidos comenzaron a contemplar el uso de Internet como una herramienta para el espionaje a distancia. Hoy en día, más allá del espionaje, encontramos distintos mecanismos que favorecen una “ciberguerra”, desde el reclutamiento de fuerza para fines militares y la propaganda política, hasta impactos a gran escala sobre as afectaciones a nivel macro de infraestructuras críticas que afectan a los Estados.
A tan solo unos de días desde el primer ataque de Hamás a Israel, más de 15 grupos cibercriminales habían sido identificados desplegando ataques y declarando su alineación con los actores involucrados en el conflicto. Más que acciones simbólicas, el involucramiento de estos grupos dentro del conflicto puede facilitar la obtención de información estratégica, de ventajas tácticas e incluso complementar las acciones militares que se están llevando a cabo desde el terreno.
A medida que escalan los enfrentamientos armados entre países, el ciberespacio es un recurso cada vez más relevante que puede marcar la diferencia entre perder o ganar, o al menos perjudicar fuertemente al rival. Por ejemplo, en 2022, ante el inicio del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, el Pentágono estadounidense planteó la necesidad de crear una estrategia de “destrucción cibernética mutua asegurada”, haciendo referencia a la estrategia de disuasión nuclear establecida durante la Guerra Fría. Aunque hay quienes argumentan que la confrontación cibernética no es equiparable a una nuclear, el potencial destructivo de un ataque cibernético empieza a ser cada vez más reconocido y considerado dentro de las estrategias militares tradicionales.
El análisis de la guerra cibernética, así como el papel de la seguridad en torno a ella, es un trabajo que requiere la participación de los gobiernos, sociedad civil, y academia. El Consejo de Expertos en Regulación y Ciberseguridad (CERC) de Metabase Q, realizó el estudio titulado “Ciberseguridad en Tiempo de Guerra”, que explora los desafíos actuales del espacio digital, abordando la ciberseguridad y la cooperación internacional desde un enfoque de defensa colectiva.
Puedes consultar el documento aquí: https://www.metabaseq.com/es/ciberseguridad-en-tiempos-de-guerra/
POR ANAHÍ LIMA
@METABASEQ
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