TECHOS DE CRISTAL

Todo me ha sido arrebatado

A Ana Ajmátova le destrozaron su hogar. Adueñándose de su país le dejaron sin nada. Lo único que no le robaron fue la palabra

OPINIÓN

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María Milo / Techos de Cristal / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Cortesía

Por medio de la pluma, la poeta rusa no sólo contó lo sucedido en el régimen de Stalin, sino que abrazó el dolor colectivo. La poesía le ofreció un vehículo cuando los demás lenguajes le fallaron. En su libro Réquiem retrató el sufrimiento de las mujeres al vivir en medio de una represión política y cargar con la pérdida de seres queridos.

Aunque de diferentes épocas y profesiones, la historia de Narges Mohammadi se le parece un poco. Una mujer que actualmente se encuentra tras rejas por defender los Derechos Humanos. Un ejemplo de lo que es construir un camino de verdadera rebeldía, trazado con un propósito y recorrido desde la valentía. Una persona que aún estando encerrada abrió miles de puertas y ganó en 2023 el premio Nobel de la paz.

 Escuché por primera vez el nombre de la galardonada unos días antes de leer el nombre de Shani Louk en las noticias. Una joven que fue recientemente asesinada en el ataque terrorista en Israel. Entonces, de repente, las palabras de Mohammadi dejaron de encajar. Sentí un impulso por gritar hasta rasgarme la garganta, quería correr hasta escapar de mi cuerpo para alcanzar a aquella joven. Quería tomarla de la mano y decirle que no estaba sola, que no moriría siendo olvidada.

“Cuantos más capturaban, más fuertes nos volvíamos”, escribió Mohammadi en un artículo publicado en el New York Times sobre los conflictos en Tehran. Pero si esto era cierto, ¿por qué había niños muriendo en las calles? ¿Por qué el cuerpo de Shani era arrastrado como un trofeo? ¿Por qué había humanos confundiendo el sonido de la sangre derramada con un canto divino?

Quizás lo que aún no logran entender quienes levantan las armas, es lo que alguna vez afirmó Platón: “Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra”.

Al mismo tiempo en que la lucha de Mohammadi por los Derechos Humanos avanzó, el cuerpo de una mujer fue usado como territorio de conquista.

Mientras personas como la galardonada del Nobel son encerradas, otros se toman la libertad de aniquilar en nombre de un Dios.

 Hoy utilizo este espacio para recordar a tres mujeres que con un disfraz diferente presenciaron las llamas de una violencia inhumana. Escribo porque en medio de una guerra donde creemos tener las manos atadas, las historias y los títulos que nombran la realidad ayudan a comprender la angustia ajena, tocar la herida, cruzar fronteras con la mirada rota, documentar, y humanizar las estadísticas que con el tiempo normalizamos.

Comprendo que este es sólo uno de los miles de infiernos en el mundo donde hay víctimas sufriendo.

Entiendo que estas palabras no cambiarán la situación en el campo de batalla. Pero mientras llega la fuerza de la que habla Mohammadi, escribo. Porque el silencio significa olvidar y todo himno que busca paz empieza componiéndose de susurros.

“Todo alrededor palpitaba. Nunca supe si era mi enemigo, o mi amigo”.

-Ana Ajmátova.

Por María Milo
BLOG: www.mariamilo.mx
IG: @mariaamilo

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