COLUMNA INVITADA

Los caballeros del petate

Así como tuvo un momento de enorme vistosidad, se encumbraron en la vanidad y olvidaron la humildad

OPINIÓN

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Ricardo Peralta / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cortés fundó la sencilla cofradía De La Cruz. Y cosa de maravilla para todas las edades era ver que de cofrades pasó toda la pandilla a Archicofrades.

Eran siempre los primeros, nadie opacaba su luz, se decían Caballeros de la Santa cruz.

Se desintegra y abate, cargaron su Vera Cruz, porque el pueblo lo llamaba caballeros del petate.

Estos versos se refieren a una forma burlona hacia los miembros de la Archicofradía de los Caballeros de la Santa Veracruz, que en su momento fueron creados por Hernán Cortés, como una forma de celebrar las hazañas del desembarco y darlas a conocer a Carlos V.

Este grupo tenía como misión visitar a los presos que iban a ser ejecutados, se les acompañaba, se les daba aliento y fuerza, además de consignas de arrepentimiento, comulgaban con ellos para prepararlos a bien morir.

Los llevaban del camino a la cárcel hasta el patíbulo.

El Vicario General de la nueva España, Fray Domingo de Betanzos, aprobó los estatutos de esa institución; el rey Carlos V, hizo llegar un Cristo a su vez regalado por el Papa Paulo III, que tenía una Cruz de oro y piedras, entre otras reliquias que venían de Pontífices, Reyes y prelados.

Ese mismo Papa dispuso que esa cofradía mexicana se tuviera como agregada a la Archicofradía del Santísimo Cristo de San Marcelo de Roma, con participación de todas sus gracias e indulgencias.

El deseo de Hernán Cortés era que solamente la gente con mayor peso, social y títulos nobiliarios y mayorazgos, fueran parte de esa Archicofradía de los Caballeros de la Santa Veracruz.

Se les llamó Ilustres Señores, a los caballeros de tal asociación, utilizaban cruces Rojas sobre las ropas, labraron un templo en pocos años, que eventualmente se convirtió en parroquia, eventualmente el Virrey Don Joaquín de Monserrat y la más reluciente nobleza, llenaron esas instalaciones, solamente de alta alcurnia, podría pertenecer a la Archicofradía de los Caballeros de la Santa Veracruz, quedando fuera acaudalados comerciantes. 

Así como tuvo un momento de enorme vistosidad, dejaron de realizar a los presos ya que se encumbraron en la vanidad y olvidaron la humildad. Esos nobles no tenían esos altos sentimientos. La riqueza de sus miembros fue en virtud de la explotación de minas o de haciendas Pulqueras, pasados 200 años, los miembros de la Archicofradía eran en su totalidad, asociados, agricultores y gente del comercio, con el tiempo fueron disminuidos al extremo de llamarles los Caballeros del petate, una forma despectiva que hizo alusión a su decaído esplendor.

El anterior texto proviene del maravilloso libro de Artemio de Valle - Arispe, Cuadros de México de 1943.

Y me hace reflexionar sobre la vigencia del poder, las conductas de quienes lo ejercen y los recuerdos históricos inmortales que pasarán a la memoria tanto de contemporáneos como posteriores, en la enorme lección de que todo lo que se siembra se cosecha y que nada es eterno, por el contrario, efímero y mortal. Cuántas instituciones políticas hemos visto convertirse en los señores del petate.

POR RICARDO PERALTA

COLABORADOR

@RICAR_PERALTA

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