LA NUEVA ANORMALIDAD

Declaro la guerra en contra de…

La condena a Hamas no es un tema de ideología ni de geopolítica: es un tema de democracia y derechos humanos

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Liberal y occidental, y aun orgulloso de inscribirme ambas tradiciones, sé bien que, como todas, acusan vicios y sesgos, unos inconscientes e inocentes, otros no. Como confudir al árabe con el musulmán, y asumir al musulmán terrorista. (Sí: he leído a Edward Said.)

De entrada, definir árabe –lo mismo que judío– es asunto complejo, que no tiene una sola respuesta correcta. Y llegados a esa definición siempre provisional, habremos de constatar que muchos árabes son musulmanes pero que también los hay cristianos, ateos y hasta judíos. Luego, que los hay de varios tipos –sunitas, chiítas y jariyitas, cuando menos– y que, dependiendo de ese y otros factores, abrazan ideas y prácticas políticas distintas. Algunos pocos –como en tantos otros grupos humanos– son terroristas.

Existen muchas definiciones de terrorismo. Una de las mejores –por neutra y precisa– es la del filósofo Michael Walzer: “el asesinato deliberado de personas inocentes elegidas al azar a fin de sembrar miedo en toda una población y poner a su liderazgo político contra la pared”. De acuerdo a esa taxonomía, Hamas es un grupo terrorista. Y el terrorismo no puede ser sino objeto de repudio desde ese mínimo estándar de convivencia que son los derechos humanos. El asunto no es ideológico sino moral cuando en los últimos días la organización ha asesinado a casi mil civiles, y herido y privado de la libertad a miles más.

A diferencia de la Organización de Liberación Palestina  –que desde los acuerdos de Oslo de 1993 reconoce el Estado de Israel sin por ello renunciar a la demanda de crear un Estado palestino autónomo–, Hamas considera que asiste al Islam un derecho divino e inalienable sobre el territorio que va del Río Jordán al mar Mediterráneo, por lo que éste no podría ser fraccionado en dos Estados. De acuerdo a su visión, la única solución posible al conflicto que asuela Medio Oriente hace casi 80 años pasa, por fuerza, por la Jihad.

Henos aquí.

Es, desde luego, momento de una toma de posición. La tibieza del antibelicismo superficial y timorato –véase oportunista–  esgrimido por el presidente de México y la precandidata presidencial de su partido son reprehensibles no porque no se alineen con el gobierno israelí –que tanto tiene de cuestionable, aún a los ojos de muchos israelíes y de muchos judíos– sino porque no se alinean con los valores democráticos, con el derecho internacional, con los derechos humanos.

La crisis deja en claro que urge tanto como hace 50 años resolver Medio Oriente, y que buena parte de esa responsabilidad recae en una comunidad internacional que parecía hasta hace unos días haber tirado la toalla. La solución pasa por declarar la guerra al terrorismo, al fundamentalismo, al dogma, a la certeza. Para propugnar por la paz mundial ya tenemos a Miss Universo.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG Y THREADS: @NICOLASALVARADOLECTOR

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