COLUMNA INVITADA

Valdez Herrera

Mi Tocayo encontró empleo en la radio, en esos viejos tiempos con un locutor que enviaba saludos y dedicatorias. Ahí compuso la letra de sus canciones

OPINIÓN

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Antonio Meza Estrada / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mi Tocayo –así me llamó siempre– se enamoró de la esmeralda viva que eran los algodonales del Valle de Mexicali. Iba del sur de Sonora, atraído por el empleo y las oportunidades que se abrían a los inmigrantes que llegaban a esa región en pleno crecimiento económico y demográfico.

Encontró empleo en Radio AA, de la familia Eguía, en esos viejos tiempos de la radio, disco a disco, con un locutor que enviaba saludos y dedicatorias.

Anuncios leídos y entrevistas a personajes relevantes que visitaban la cabina de trasmisiones: toda la radio era en vivo. Allí, entre canción y canción -intervalos de tres minutos-, mi Tocayo compuso la letra de sus canciones: “Renunciación”, “Esta tristeza mía”, “Con mis propias manos”.

Un día llegó a Mexicali la Caravana Corona –autobuses donde viajaban puebleando los artistas de la época y se presentaban en los cines locales–. En esa comitiva –que se hospedaban en el Hotel del Norte–, frente a la garita con Calexico, venía Javier Solís.

Llegó mi Tocayo con su guitarra y le mostró una de sus canciones a Javier. Él lo motivó a irse a la capital.

Le tomó la palabra y se fue a Ciudad de México donde, con Carolina su esposa, crearon el dueto Amanecer y empezaron a cantar. Su lanzamiento fue con “Renunciación” y luego vinieron “Con mis propias manos”, “Palabra de rey”, “Tu camino y el mío”, entre otras.

Javier Solís, Lola Beltrán, Gilberto Valenzuela, Juan Valentín y Vicente Fernández fueron sus grandes intérpretes. La Asociación de Baja Californianos en Ciudad de México –que yo presidía– fue, en los años noventa, su punto de reunión con el paisanaje y también el foro de sus recuerdos y añoranzas.

Hace unos años el Cabildo de Mexicali lo honró por la autoría de “El Cachanilla” y de “Tierra generosa”, que ahora son como himnos locales de los cachanillas. Don Antonio recibió muchos reconocimientos en vida, sobre todo de sus compañeros compositores. Un 5 de enero –que ya muy pocos recuerdan–, el Tocayo tomó su propio camino sin regreso.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA

COLABORADOR

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