COLUMNA INVITADA

La libertad e igualdad en un largo camino

La lucha por la igualdad es uno de los procesos históricos inacabados más arduo y añejo que existe. En la Antigüedad las mentes más preclaras, como Platón y Aristóteles

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En La rebelión en la granja, Orwell destaca la evolución o, mejor dicho, la involución, de la regla de igualdad entre los animales que inicia candorosamente con el postulado universal de que todos los animales, incluidos los de dos patas que vuelan, son iguales; para terminar con un sesgo discriminatorio  reivindicando que, aunque todos los animales son iguales, algunos son más iguales que otros.

La lucha por la igualdad es uno de los procesos históricos inacabados más arduo y añejo que existe. En la Antigüedad las mentes más preclaras, como Platón y Aristóteles, justificaban la existencia de la esclavitud –el estado más radical de desigualdad que cosifica al individuo–. Lo que no debe sacarse de contexto en términos históricos y económicos, pues como bien señalaba Isaiah Berlin en Sobre la libertad y la igualdad, en la mentalidad de un esclavo –póngase, como ejemplo de contexto, egipcio en la corte faraónica– no se desarrollaba un pensamiento idealista en torno a la libertad y, consecuentemente, a la igualdad. Ambos valores, son resultado de todo un proceso complejo de creencias empíricas que, después pasarán por el tamiz rebuscado de la filosofía política, de la moral, de la economía e incluso, de la religión.

Pero de ahí a advertir un germen de igualdad en la historia antigua, diría Berlin, es una falsificación histórica, pues tal lucha por la tabula rasa no es más reciente que el Renacimiento o la Reforma –recuerda también García Amado–.

Podríamos darle más vuelta a la tuerca: hace no más de 60 años en la nación emblemática de las libertades e igualdad y de la contemporaneidad occidental, seguía habiendo segregación racial –no sólo para los afroamericanos, sino también para los latinos y asiáticos–: entradas de servicio a cualquier tipo de negocio, asientos asignados en el transporte público y hasta la prohibición absoluta de ingreso a lugares reservados sólo a la gente blanca –a no ser que los trabajos de servidumbre exigieran la presencia de esas “otras razas”–. Por ejemplo, Peter Farrelly lo retrata muy bien y sin tanto dramatismo en el film Green Book, de 2018.

Hay que reconocer, por otro lado, que en los últimos tiempos se ha avanzado en términos libertarios e igualitarios. Para el economista francés Thomas Piketty, en su Breve historia de la igualdad, hay una evolución tendencial a lo largo de la historia hacia una mayor igualdad social, económica y política. Por supuesto, no es lo mismo el contexto de 2022 al de 1960 o incluso el de 1900 en relación con 1850.

La eliminación censitaria y demás barreras electoras por razones de género entre 1900 y 1928 en Gran Bretaña, la aparición del Welfare State en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial han marcado la pauta en Occidente para romper la brecha de la desigualdad. Pero las nuevas realidades del siglo XXI ofrecen diversos esquemas, por increíble que parezca, de discriminación y peor aún, de esclavitudes contemporáneas. En fin, la lucha sigue y seguirá ante la nueva realidad, que sorprende e indigna a pesar del insuficiente esfuerzo gubernamental, incluso en nuestro México actual.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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