LA ENCERRONA

El (lic.) Sol y García Luna

El crimen organizado es un tema con el que hemos tenido que lidiar por décadas. Es un tópico que cada vez más se adentra en las charlas de sobremesa y que los noticieros nos lo hacen notar con sus constantes repeticiones

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“En México todo puede pasar, la corrupción es muy grande, y se cambian detenidos en los operativos”. Sergio Villarreal

El crimen organizado es un tema con el que hemos tenido que lidiar por décadas. Es un tópico que cada vez más se adentra en las charlas de sobremesa y que los noticieros nos lo hacen notar con sus constantes repeticiones. Sin embargo, más allá de las terribles noticias diarias, la llamada “narcocultura”, plasmada en literatura, música, forma de vestir y, sobre todo, en las series televisivas (en cualquiera de sus formatos disponibles) ha hecho que esta problemática sea vista de manera -suave-, hasta llegar a algunos televidentes como personajes de ficción con tintes heróicos o, al menos, como ejemplo a replicar en su vida cotidiana.

Lo que comenzó en las ahora llamadas bioseries de los grandes capos colombianos como Pablo Escobar,  “los señores de Cali” o “Narcos”, ahora se trasladan a su visión mexicana, con “el señor de los cielos” o “el Chapo”. Sin embargo hay una diferencia sustancial entre lo relatado desde Colombia con lo que ocurre en nuestro país, la beta transversal de la corrupción. A manera de ejemplo, en la mayoría de las series televisivas que relatan la vida de Pablo Escobar, lo colocan como un hombre que le hizo mucho daño al Estado colombiano, en las que retratan a Guzmán Loera, fijan la atención en la colusión del líder del cártel de Sinaloa con las autoridades gubernamentales de alto rango, pago de sobornos a cambio de “favores” provenientes desde las cúpulas del país.

En este sentido, en la serie “El Chapo” colocan a un antagonista en todo el entramado de esta pieza televisiva: el licenciado Conrado Sol. Este personaje es un político de bajo rango que va escalando hasta asumir la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública en el mandato presidencial de 2006 a 2012. Aderezado de ficción, Conrado Sol armó todo un sistema institucional de “apoyos” para beneficiar al cártel sinaloense, dotándolos de tecnología, avisos oportunos (pitazos), acceso a territorios donde no tenían “la plaza” a cambio de carretadas de dólares. El director de esta “obra” lo enmarca para que todo lleve a concluir que el “Licenciado Sol” señalaba al ex funcionario Genaro García Luna.

Así, el juicio que inició el lunes de esta semana en el distrito federal de Nueva York, ha sido el que ha causado más expectativa en nuestro país. García Luna fue señalado por Guzmán Loera en su juicio en 2019 -en el mismo lugar y con el mismo juez- y ahora por otro narcotraficante que colabora con el gobierno de Estados Unidos, se trata de “el Grande”, Sergio Villarreal, quien fuera policía federal y, posteriormente, terrateniente de los cárteles de Guzmán y de los hermanos Beltrán Leyva, después de su ruptura. Los señalamientos de ambos narcotraficantes apresados en suelo estadounidense, coinciden en que el otrora secretario de seguridad, recibió sobornos por millones de dólares y que, incluso, participaba en las negociaciones de la droga.

De confirmarse esto, García Luna sería el funcionario de mayor nivel que pagaría una pena de 20 años o cadena perpetua, según los delitos que le sean imputados, empero, lo más grave es que se destaparía la cloaca de corrupción e interrelación del crimen organizado y el gobierno mexicano (en turno). Si esto sucede, una vez más la realidad superaría la ficción y el “Licenciado Sol” palidecería ante los actos del Secretario G. Luna. 

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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