DE LEYENDA

Semana divisional

En postemporada, las cosas vuelven a ser simples, durante cuatro semanas solo hay una regla: pierdes, y te vas

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No todo es complicado en la NFL.

Por ejemplo, hay 32 equipos divididos en dos conferencias y cada conferencia tiene cuatro divisiones. En temporada regular, los 32 equipos que se enfrentan, durante 18 semanas, determinan quiénes avanzarán a la siguiente etapa: los playoffs.
Puede ser que en la temporada regular las reglas sean complicadas. Hay una enorme cantidad de combinaciones que determinan quiénes llegan y cómo llegan a la postemporada. Y muchas veces los resultados no dependen, únicamente, de de cada equipo sino de lo que otros hagan, así, es fácil perderse entre los criterios de desempate y las formas de determinar a los finalistas. En postemporada, las cosas vuelven a ser simples, durante cuatro semanas solo hay una regla: pierdes, y te vas.
Los expertos dicen que el fin de semana de partidos divisionales de la postemporada, el segundo de esos cuatro, es el mejor fin de semana de NFL del año: ocho equipos, los mejores, enfrentándose en cuatro partidos, dos el sábado y dos el domingo.
Así, el fin pasado fue, en teoría, el más balanceado de la temporada, que empezó en 2022 y terminará en apenas dos semanas más; y aunque podamos estar de acuerdo o no con eso, la verdad es que vale mucho la pena hablar de los partidos y de lo que nos dicen sobre la NFL.

Empecemos con las sorpresas, que hubo muchas, buenas y malas.

Del lado positivo tenemos el desempeño de los Gigantes de Nueva York y los Jaguares de Jacksonville. Muchas personas critican el esquema de que los últimos equipos de la liga tengan las mejores posiciones del draft de la NFL cada año, he escuchado que les parece una especie de premio al mal desempeño, pero a mi me parece que esa posibilidad de redención hace competitiva a esta liga y la refresca, permite que los equipos no estén condenados al fondo de la tabla y tengan opciones reales de levantarse. El caso más emblemático me parece es el de los Jaguares. Apenas en la temporada pasada terminaron como el peor equipo de la liga, con sólo tres victorias de 17 juegos, pero gracias a sus selecciones de draft y a un gran esfuerzo por parte de la organización, han podido reconstruirse, y este año, no sólo avanzaron a postemporada, sino que pasaron la aduana de la semana de comodines e hicieron un papel más que digno frente a los Jefes de Kansas City, equipo que lleva cinco temporadas al hilo clasificándose como primer lugar de su conferencia y que es uno de los favoritos para ganar el Súper Tazón este año.

Me gusta la historia que cuentan estos Jaguares y su líder en el campo, Trevor Lawrence, porque es sobre no rendirse y creer en uno mismo cuando nadie más lo hace, sobre tener esperanza y personalidad, algo que a su mascota, Jaxson de Ville, le sobra y que por fin parece haber contagiado a un equipo que no suele estar entre los mejores de la liga y que lleva años tratando, no ya de despuntar, pero de salir del grupo formado por aquellos en los que nadie cree. Pese a ser finalmente derrotados, los Jaguares ofrecieron el mejor partido del sábado y dieron pelea a unos Jefes que los sobrepasaban en calidad y que eran claros favoritos. Así, el próximo año luce prometedor para ellos.

En situación similar están los Gigantes de Nueva York. Este año, de los cuatro equipos que conforman su división, tres pudieron colarse a la postemporada, un logro impresionante y pocas veces visto. La franquicia no se rearmó alrededor de un mariscal de campo novato como el anterior ejemplo, sino que el entrenador pudo sacar la mejor versión de un Daniel Jones en el que nadie creía. Nadie puede acusar a este equipo de tener muchos grandes nombres que en conjunto decepcionan y eso los coloca por encima de muchos que se quedaron en la orilla. Además, admitamos que durante toda la temporada nos alegraba que les fuera bien, pero esperábamos que cayeran de un momento a otro y eso no pasó, lo que da esperanzas para el futuro y hace pensar que con pocos ajustes quizá los veremos el próximo año haciendo grandes cosas y llegando aún más lejos. Es verdad que no dieron gran batalla en su último partido y que presentaron errores que parecían ya superados, pero nadie puede de verdad menospreciar a las Águilas de Filadelfia de este año y perder ante ellas no es deshonra.

La última sorpresa es negativa y nos la dieron los Bills de Búfalo. Hoy sabemos, con mucha más claridad que los Bengalíes de Cincinnati tienen para medirse ante cualquiera y ganar, pero Bills era el claro favorito, tanto que los boletos para su partido contra los Jefes de Kansas City, en sede neutral, ya habían empezado a venderse. El resultado decepciona no tanto por la derrota sino porque en realidad nunca estuvieron en el juego. El domingo por la tarde vimos a una ofensiva inoperante, a un Josh Allen nervioso, y a una defensiva que se sentía incómoda en su propio campo. Nada que ver con la exhibición que recodamos del partido ante los Jefes el año pasado, que para muchos fue una especie de Súper Tazón adelantado y menos de lo que mostraron semana a semana en temporada regular.

Empezando por la localía y llegando incluso al factor emocional, que les proporcionaba lo recientemente ocurrido con Damar Hamlin, estos Bills tenían todo si no para ganar, porque el rival también juega, sí para demostrar que estaban listos para el siguiente paso. Pienso entonces que la derrota se debe en gran parte a que todo el equipo gira en torno a su mariscal de campo y no debería ser así, se requiere que todas las partes del conjunto aporten y tengan responsabilidad.

Es cierto que Allen debe trabajar sus problemas para levantarse anímicamente de situaciones adversas, pero el americano es un deporte de conjunto y por más talentoso que sea el líder no puede ganar solo, como esta reciente demostración de los Bills nos deja claro y como vimos en la temporada con Tom Brady o, incluso, con Aaron Rogers. Así, esperamos que esto sea un tropiezo para los Bills y que aprendan pronto y bien, que vuelvan para demostrar lo lejos que pueden llegar para darle a su afición lo que tanto han estado esperando.

En otro orden de ideas, la derrota de los Vaqueros de Dallas no nos sorprendió, al menos a mi. El partido de la semana anterior había sido muy bueno, pero es un equipo que aún tienen problemas que resolver y que frente a rivales de la calidad de los cuatro semifinalistas no podía llegar más lejos. No creo que todos los problemas deban ser cargados a Dak Prescott, por más que sus errores hayan sido costosos, y esa es la lección más valiosa que ofrece esta semana.

Los cuatros equipos que avanzan tienen algo en común: son un equipo, no dependen plenamente de su mariscal de campo. Es cierto que particularmente Pat Mahomes, Joe Burrow y Jalen Hurts aportan mucho y que son la base de lo que sucede a su alrededor (quizá sus equipos no hubieran llegado tan lejos sin ellos) lo sabemos por lo mucho que sufrieron las Águilas en las semanas pasadas, y por las cuotas de éxito que han alcanzados los Jefes y los Bengalíes a partir de la llegada de sus mariscales de campo, pero no dependen exclusivamente de ellos. Cuando se ven en problemas su equipo sale y da la cara, responde y les permite a los líderes recuperarse.

El ejemplo top de este año son los 49s de San Francisco, que llegan con su tercer mariscal de campo y por mucho que el novato “señor irrelevante”, Brock Purdy, esté rompiendo todas las quinielas e ilusionandonos (incluso, a pesar de nosotros mismos), lo que tiene ahí a este equipo es la calidad y la lucha de todos sus jugadores y, quizás, lo haga ganar otro anillo de Superbowl.
Lo mejor está por venir y me alegra mucho, disfrutémoslo todos juntos.

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924

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