PIDO LA PALABRA

Las mañanas del Presidente

El Presidente se asume como vocero de su gobierno y no da lugar alguno a las interpretaciones o suposiciones sobre lo que afirma

OPINIÓN

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Raciel Pérez Cruz / Pido la Palabra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Desde el inicio de su mandato y hasta el pasado 23 de diciembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador había ofrecido 1 000 conferencias matutinas. Las denominadas “mañaneras” se han convertido en un fenómeno de comunicación política que desde las primeras horas del día abre la discusión y establece los temas principales de la agenda pública; se trata de un ejercicio de poder y una estrategia mediática inédita que rompe esquemas. Ningún mandatario del mundo se somete a diario a ese contacto directo con los medios.

Para la narrativa conservadora las conferencias matutinas constituyen un acto reiterativo de propaganda, un talk show populista, un recurso desgastado y repetitivo lleno de mentiras e imprecisiones; un foro aburrido desde el que a diario se genera un clima de violencia hacia el ejercicio periodístico, sostienen que en las conferencias se disemina la polarización, división y confrontación. 

De pie, de lunes a viernes y ocasionalmente algunos fines de semana, el Presidente López Obrador expone ante la prensa y el país su ideario, reitera conceptos, fija postura, se defiende y ejerce su legítimo derecho de réplica, ante la sistemática y mayoritaria critica de los medios conservadores que difunden y reproducen deliberadamente desinformación llena de odio y vileza, bajo un artero cálculo político que pretende destruir su proyecto y legado. 

El Presidente se asume como vocero de su gobierno y no da lugar alguno a las interpretaciones o suposiciones sobre lo que afirma. Comunicador nato, el titular del ejecutivo responde de manera espontánea las preguntas de la fuente, explica con sencillez los problemas complejos del país, rinde cuentas, informa y transparenta sus decisiones y actos, atiende denuncias; también ordena, sugiere, desmiente, resuelve, da “otros datos” y delega en vivo frente a los reflectores.  La conferencia matutina plantea una nueva forma de relación del poder con los medios de comunicación; se superan esquemas anquilosados reproducidos durante décadas de simulación, complicidad, boletines rígidos, entrevistas a modo en ambientes controlados o filtraciones y supuestas versiones confirmadas por “fuentes cercanas a palacio”. El Presidente desplaza a los medios convencionales como únicos generadores de opinión. 

Desde diciembre del 2018 las mañaneras se han convertido en una práctica pedagógica y de politización de amplios sectores de la sociedad mexicana, el reiterado discurso presidencial ha revelado con toda su crudeza el saldo horrendo de 30 años de gobiernos neoliberales que sumieron en la pobreza a millones de mexicanos y los condenaron al drama cotidiano de la sobrevivencia. Las líneas narrativas y dogmas que prevalecieron junto a ese modelo corruptor y concentrador de la riqueza son exhibidas, explicadas y contrastadas todos los días y han concientizado sobre la necesidad de construir un acuerdo social más justo y equitativo. Desde las conferencias mañaneras se visibiliza el profundo clasismo y racismo que ha imperado ancestralmente en sectores conservadores que menosprecian todo lo que remita a la palabra pueblo.

La drástica reducción del presupuesto federal en publicidad convierte a las mañaneras en una herramienta imprescindible para equilibrar el debate, un vehículo eficaz para difundir el proyecto de gobierno presidencial. Las conferencias matutinas llegaron para quedarse.  

POR RACIEL PÉREZ CRUZ 
COLABORADOR

PAL