COLUMNA INVITADA

Los latidos del mundo

¿Cuándo fue la última vez que sometieron sus pensamientos a la prueba de los acontecimientos?

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cuándo fue la última vez que sometieron sus pensamientos a la prueba de los acontecimientos? Ha dicho el filósofo Peter Sloterdijk que “todo lo serio regresa y todo lo serio se vuelve a ir”, es decir, nos movemos entre líneas contradictorias, apostando al peso de las cosas: la guerra entre lo liviano y lo pesado; y pues, invariablemente optamos por lo liviano.

Nuestra falta de compromiso con la comunidad es evidente, estamos más por maximizar los resultados con el menor esfuerzo posible. Por eso hoy, en el sistema actual, la única solución para los marginados es no esperar ninguna.

¿No me cree? revisemos: el 1% de los ricos en el mundo acumula el doble de riquezas que 7,000 millones de personas; las mujeres y niñas contribuyen con 12,500 millones de horas de trabajo no remunerado diario, y precisa Oxfam que estas labores representan un beneficio para la economía internacional mayor a 10.8 billones de dólares: tres veces más que lo que aporta la industria tecnológica; los 22 hombres más ricos tienen más riquezas que todas las mujeres de África; la UNICEF advierte que, 1 de cada 5 adolescentes no va a la escuela ni recibe educación completa; del total de población sólo 2,500 millones tenemos acceso a servicios básicos, mientras que dos tercios de la humanidad no.

Y si bien todos tenemos derecho al agua, en realidad, beber agua potable es un privilegio; todos tenemos derecho a la alimentación, pero comer tres veces al día es un privilegio; todos tenemos derecho a muchas cosas que son privilegios; lo peor es que, aun sabiéndolo, no transmitimos a nuestros jóvenes esta idea, es decir, lo que ellos consideran derechos, en realidad son privilegios para el resto de la humanidad; no estamos generando la conciencia que nos permita aspirar a un mundo mejor.

El cambio de perspectiva no puede ser más urgente. Podríamos empezar por aceptar que el sistema actual está agotado; el neoliberalismo no privilegia la libertad de las personas, más bien, se desdobla en la globalización del consumo desmedido, con una visión única: utilidades.

La solución no provendrá de intelectuales o de programas partidistas, sino de la práctica social: en nuestra sociedad sí cuentan los individuos que deambulan extraviados, como don Amalio, quienes se aventuran en el desconcierto y traen al mundo su nota disonante; quizás de alguno de ellos surja la idea para que de verdad podamos cambiarlo todo. Quien concibe la esperanza de una hora, concibe la esperanza de la eternidad.

POR DIEGO LATORRE
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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