SALTO CUÁNTICO

Basura y más basura

Mis dos abuelas coincidían en que para conocer bien a una persona debes conocer su casa

OPINIÓN

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Karina Álvarez / Salto Cuántico / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es increíble que para el nivel de sociedades en las que se dice vivimos, súper modernas, con alta tecnología, progres, igualitarias, preocupadas por la humanidad y la naturaleza, etc., aún se sigan viendo calles llenas de basura y baches por todos lados de la República Mexicana. 

He realizado una serie de viajes cortos por distintos municipios de varias entidades y cada vez más me encuentro con la sorpresa que sólo una calle divide la limpieza y la abundancia de la miseria y la mugre. 

Lugares increíbles en Puebla, Quintana Roo, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, -por mencionar algunos- deslumbran con sus pueblos mágicos, sus pirámides, sus playas, mismos que se opacan con el descuido en la limpieza y en sus calles, muchas llenas de baches, otras sin indicaciones y muchas más donde se nota que el presupuesto se acabó antes de terminar la obra. 

Preocupa todo, no sólo porque son lugares turísticos, en su mayoría -e ingreso millonario para las arcas nacionales-, sino porque es la cara de quien en ellos viven, (sin quitarle la culpa a las autoridades por la falta de mantenimiento y corrupción en las obras públicas). 

Mis dos abuelas coincidían en que para conocer bien a una persona debes conocer su casa: “La limpieza habla mucho de la gente y siempre entra al baño”, decían. 

Bueno, pues basándome en ese aprendizaje de mi infancia y sin ganas de caer solamente en la crítica, me parece lamentable con lo que me he encontrado caminando y manejando por los distintos sitios de mi amado México. 

Comenzaré con Acapulco, cada que pienso en él me recuerda la juventud de mi padre cuando se le escapaba a mi madre para irse con los amigos a cotorrear al mejor lugar de México en los 80’s: ¡Acapulco! Luego, el paradisiaco lugar pasó por su época crítica de delincuencia extrema, que aún continúa, aunque más regulada, y pasó a tercer plano, desbancado por Cancún y las playas de Oaxaca. 

Y, pese a que lo han querido recuperar, puedo decir con certeza que por un lado sus playas son lindas, limpias, con gente atenta y amable que busca dar la mejor estancia, pero dejar de ver el mar y echar un vistazo a sus edificios, no a los nuevo, a los de antes, parece que se caen a pedazos, sin mantenimiento, pero con establecimientos abiertos. 

Luego sus colonias, no Punta Diamante, sino Gran Vía Tropical, qué impresión, de las calles más sucias que he visto hasta ahora y lo peor, con servicio diario de basura. En toda esa vía hay pequeños basureros que llevan días ahí, de los tres que estuve nunca los recogieron; claro, eso provoca que la fauna haga un desorden y los carros amasen todo aquello que deja un aroma que incluye, obvio, desperdicio de pescado. La verdad qué pena. 

Cancún no se queda atrás, pareciera que toda la inversión, pública y privada, se va exclusivamente a la zona hotelera. Pasa lo mismo con sus colonias aledañas, todas están descuidadas, guarniciones inconclusas, hoyos, no baches, hoyos, basura en sus áreas verdes... 

En Puebla, la vía principal que lleva para todos lados –desde Valsequillo hasta la autopista Puebla-México-, el famoso Periférico Ecológico, está más descuidado cada vez, la maleza cubre la visión, las esculturas que tiene al centro se están oxidando, también el asfalto está a punto de ponchar alguna llanta.  

Podría seguir, pero el espacio es limitado. El asunto es cultural y por lo tanto educativo, algo pasa que se nos sigue haciendo fácil tirar una envoltura en la calle, o que si no le atinas al bote la dejas en el piso, o la colilla del cigarro, pero es educación: Respeto, cuidado, responsabilidad. Sólo necesitamos ejercerlo plenamente. 

POR KARINA ÁLVAREZ
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