Que bueno que al presidente Andrés Manuel López Obrador no se le olvide la investigación sobre el atentado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva, porque a los mexicanos tampoco. A casi un mes del atentado no hay responsables ni detenidos, solo hay impunidad, el sello de la administración de López Obrador y su partido.
Las autoridades han podido ubicar un auto que participó en el atentado, hay videos de cámaras de vigilancia que trazan la ruta de escape de los autores materiales, pero nada más. El ataque a Ciro es el símbolo de la terrible condición en la que desempeñan su
labor los periodistas en nuestro país. Siempre a salto de mata y asediados no solo por los criminales, sino por el poder político.
El 4 de enero se conmemoró el Día Nacional del Periodista en México con señalamientos en contra de la prensa, denostación hacia el trabajo que realizan, y con impunidad para quienes atacan al gremio y para quienes promueven el odio desde el poder político.
Tras el atentado contra Ciro no pasaron ni 24 horas para que, desde Palacio Nacional, el Presidente atacara una vez más a la prensa. Se lamentó sobre el atentado pero no perdió oportunidad para hacer política con la tragedia.
Afirmó que “un daño a una personalidad como Ciro genera mucha inestabilidad política” y destacó que él tiene diferencias con el periodista. Yo abonaría que sus diferencias son contra toda prensa que no le aplaude. Después, insinuó que el ataque podría ser un plan de quienes están en su contra, como el lo dice, para desestabilizar su gobierno. Nada más absurdo. El Presidente imagina enemigos; parece que necesita nuevos personajes a quienes culpar de la tragedia que ha venido construyendo durante el morenato y así lavarse las manos y propagar el odio.
En estos días ha continuado acusando al periodista de defender interéses políticos y económicos y sumó a la lista a Joaquín López-Dóriga, Denise Maerker y Carlos Loret de Mola y al escritor Guillermo Sheridan por citar algunos.
No es la primera vez que lo hace, pero ahora la mención toma un tinte distinto. Uno de los periodistas más prominentes en nuestro país sufrió un atentado, le dispararon en nueve ocasiones con un árma 9 milímetros, si a Ciro Gómez Leyva se le puede atacar de esa manera, qué pueden esperar los periodistas de todos los medios de comunicación a quienes sus empresas no les pueden proporcionar una camioneta blindada y que tampoco están al servicio del poder. Más grave aún que el Presidente los mencione en su conferencia mañenera y afirme que tiene diferencias con ellos.
El ataque a Ciro es al gremio periodístico, a la democracia de nuestro país, a la libertad, de decir y disentir. Desde 1984, cuando ocurrió el terrible asesinato del periodista Manuel Buendía, no se hábia registrado un ataque similar en la Ciudad de México. No nos olvidamos de los 17 periodistas asesinados en el 2022, aunque el Gobierno Federal solo reconozca 11 casos. Cada vida cuenta.
Ha pasado 26 días del atentado y ante la inacción de las autoridades la exigencia de los periodistas y de la sociedad es la de garantizar la seguridad para quienes ejercen la profesión, el cese de los ataques y hostigamiento desde la Presidencia de la República.
A este llamado se han sumado la Organización de las Naciones Unidas, Reporteros Sin Frontera y Artículo 19, este reclamo lamentablemente no es nuevo. Desde el poder Legislativo hemos exigido al Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas y a la CNDH se informe de los avances y estrategias para proteger la vida de los periodistas y
tampoco ha habido respuesta.
Mi respeto y solidaridad para los periodistas. Justicia para las víctimas y no repetición. Este 2023 no debe ser un año negro para la prensa, México se merece una prensa crítica y libre.
Por Luis Mendoza Acevedo
Diputado Federal (PAN) Distrito 15 Alcaldía Benito Juárez
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