El pasado lunes 9 de enero comenzó en la Ciudad de México la Cumbre de Líderes de América del Norte. En ella participarán los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y, como anfitrión, nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador.
Hasta este momento, podemos hablar solamente de lo que conocemos, de las expectativas y de los grandes retos que se tienen. De acuerdo con la cancillería mexicana, la agenda de trabajo incluyó seis ejes: diversidad; equidad e inclusión; medioambiente y cambio climático; competitividad con el resto del mundo; migración y desarrollo; salud y seguridad.
Existen grandes expectativas y especulaciones sobre el desarrollo de los trabajos de esta Cumbre, conocida informalmente como cumbre de los “Three Amigos”, debido a los cambios y coyunturas sobre la interacción política y económica de la región.
De acuerdo a información de la cancillería mexicana, existen tres objetivos prioritarios para nuestro país: aumentar la integración económica y transformarnos en una región más competitiva a nivel mundial, buscar un nuevo acuerdo migratorio y dejar atrás algunas diferencias sobre el escenario político en el continente.
Se percibe un escenario de construcción de acuerdos favorables para nuestro país. Como primera señal de buen entendimiento en el escenario político, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden (y consecuentemente el servicio secreto), accedió a la invitación hecha por Andrés Manuel para aterrizar en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
La semana pasada, opinólogos de la derecha presagiaban un rechazo contundente a la invitación. En su recurrente estrategia fallida de desprestigio al Gobierno de México, disfrutaban pensando que Biden decidiría no aterrizar en el Felipe Ángeles y ayudaría a legitimar su discurso en contra del Gobierno de la Transformación. Finalmente, Biden y Trudeau aterrizaron en el recién inaugurado AIFA.
No solamente el presidente del vecino país del norte aceptó aterrizar en el AIFA, sino que invitó al presidente Andrés Manuel a viajar junto con él en La Bestia. Este vehículo blindado y equipado con los más sofisticados sistemas de protección y seguridad sólo es utilizado por el presidente de Estados Unidos y su esposa o familia. En un gesto de cortesía y, sobre todo, respeto al presidente de México, viajaron juntos durante más de una hora.
En medios de comunicación se especulaba que la conversación privada a bordo de La Bestia estaría centrada en la detención de Ovidio Guzmán, sin embargo, el Presidente de México aclaró que no se planteó dicho tema y condenó esas especulaciones calificándolas como “una falta de respeto”.
La conversación privada, por el contrario, se desarrolló sobre los temas que se abordaron en la Cumbre, en particular el tema migratorio, la integración económica de América del Norte y, sobre todo, pensar en la integración económica con respeto a las soberanías de todos los países de nuestro continente.
Haber aterrizado en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles por parte de los dos presidentes participantes en la Cumbre de Líderes de América del Norte, es un reconocimiento a las grandes obras de la Cuarta Transformación, pero, sobre todo, al prestigio, fortaleza e integridad del presidente de México.
Hay que decirlo con firmeza y claridad: el entendimiento entre las naciones comienza con el entendimiento entre las personas. Las muestras de respeto, cordialidad y diálogo entre los presidentes Biden, Trudeau y nuestro presidente demuestran una clara señal de entendimiento entre nuestras naciones. Hoy México juega un papel fundamental en la política internacional en América Latina y es el “brazo articulador” de todo el continente. Y el que la Cumbre se esté desarrollando en tierra azteca es una muestra de la perspectiva exitosa que tendremos.
POR JOSÉ NARRO CÉSPEDES
COLABORADOR
@JOSENARRO
PAL