COLUMNA INVITADA

La metaconstitucionalidad como gobierno

Esto se vuelve grave cuando la costumbre, que es más fuerte que el amor y que la ley, normaliza la metaconstitucioanlidad como gobierno y es vía para la instauración de un régimen sin necesidad de cambiar la Constitución

OPINIÓN

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Óscar Sandoval / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En la separación entre poderes hay espacios vacíos que no logran llenar ni la Constitución ni las leyes que de ella emanan. Así, cuando los presidentes juran guardar y hacer guardar la ley, lo hacen saberdores de que hay espacios de simulación que también hacen gobierno. Esto es moneda de cambio en la negociación política entre poderes y con la oposición, pero también vía para la implantación de un régimen. 

Hay presidentes que eligen y “hacen democrático” cambiar la constitución de sus países. Algunos como Evo Morales o Hugo Chávez, lo hacen con éxito; otros como Gabriel Boric, con caminos más empedrados en los que la democracia los obliga a escuchar más allá del son de su música.

Otros presidentes optan por la publicación de decretos u ordenes ejecutivas. Normalmente estos se valen de la presión público – mediática para ejercer voto en poderes que no le corresponden. No es personal hasta que te lo tomas personal, sucede en México y ha sucedido en Estados Unidos con Donald Trump. 

Esto se vuelve grave cuando la costumbre, que es más fuerte que el amor y que la ley, normaliza la metaconstitucioanlidad como gobierno y es vía para la instauración de un régimen sin necesidad de cambiar la Constitución.

El hecho de que suceda cada #Mañanera no lo hace ni legal, ni moral, ni correcto. Tampoco aceptar el error para volverlo a cometer, porque eso solo abona a la supuesta moralidad, pero no a la legalidad o al Estado de Derecho. El “usted disculpe” humaniza al gobernante, pero también enturbia la relación entre poderes. 

Para ejemplo basta una plenaria de Morena del Senado y un Secretario de Goberanción pidiendo perdón a sus correligionarios en la Cámara Alta por omitir su asistencia. Cobra mayor relevancia que suceda en un poder donde uno de los protagóicos, Ricardo Monreal, ha puesto por encima de su relación personal y de lucha con Andrés Manuel López Obrador, a los poderes que cada uno representa. Acierto poco apreciado en tiempo de transforamación porque vale más la metconstitucionalidad que la división de poderes. 

Gobernar simulando nos encamina al debate sobre la Guardia Nacional, a los escándalos relacionados con Alejandro Moreno y al resquebrajamiento de Va Por México; porque lo que está sucediendo no es la migración de la Guardia Nacional al Ejército, eso es hecho de facto. Lo que estamos observando es la negociación para legislar lo que directa o indirectamente, ya sucede en la práctica. 

Lo mismo sucede con las reformas al sistema de salud que vía el Diario Oficial de la Federación y no el Congreso, dan más poderes a la subsecretaría a cargo de López Gatell. Pueden ser adecuadas o no, está a debate. Lo que si es hecho y no argumento es que es en los vacíos donde el poder se hace más grande y más si estos son los que existen legalmente entre poderes. 

Para quien siga teniendo dudas de la metaconstituconalidad como gobierno basta ver con lupa la solicitud de consulta de Estados Unidos al Gobierno de México: hay “inacciones” que afectan a sus empresas en el marco del TMEC. O, lo que es lo mismo, no hacen para “estar dentro de la ley.

En el debate particular de cada caso pude ganar el argumento del presidente en la arena pública e imponerse la “moralidad”. En la visión de país, pierde la democracia y esos son costos ciegos, aquellos que pagamos sin ver.

POR ÓSCAR SANDOVAL SAENZ
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
OSANDOVALSAENZ@27PIVOT.COM
@OSANDOVALSAENZ

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