La evolución de los métodos de intercambio continúa. Hoy en día estamos siendo testigos del declive del efectivo y de la superposición de los métodos digitales para realizar transacciones. Los métodos sin contacto tomaron fuerza y las operaciones digitales se arraigaron en el imaginario colectivo como una opción más válida de pago.
Sin embargo, ese no es el punto máximo en el que nos encontramos. Mientras se asentaban los métodos digitales y el efectivo reducía sus alcances, desde hace algunos años las monedas virtuales como las criptomonedas se han extendido y en la actualidad son el foco de ciertas controversias, pues la manera en que están constituidas y sus usos se encuentran dentro del campo especializado de las tecnologías de la información.
Las polémicas son varias: desde los métodos poco sustentables para su minería, la volatilidad que presentan en donde han perdido un gran porcentaje de su valor, ocasionando que fortunas y años de inversión enteros desaparezcan en cuestión de meses. El canal estadounidense CNBC por ejemplo, publicó recientemente el resultado de la encuesta Momentive Poll: “Invest in You”(Momentive, Invierte en ti, 2021) donde se da cuenta del rezago en que se encuentran las mujeres en esta forma de inversión y que normalmente es más fácil para los hombres adoptar este instrumento financiero.
La mayor preocupación que provocan las criptomonedas es la volatilidad, una de sus características principales, por no estar basadas en elementos tangibles. Sólo basta revisar los reportes de la pérdida de valor de Bitcoin, la criptomoneda más conocida a nivel mundial, la cual en junio pasado perdió el 60% de su valor alcanzando 8 meses continuos en declive.
Por supuesto, esta situación encendió las alarmas. Los inversionistas perdieron todos sus ahorros en una divisa que en un principio parecía segura. Y probablemente sí lo era si todo hubiera continuado su curso, pero como con muchas cosas, la pandemia alteró ese curso.
El panorama para las criptomonedas se vislumbra incierto. A pesar de las críticas hacia su constitución sustentable, su conformación era bastante atractiva. Un mercado de criptomonedas a la baja es también uno de los ambientes más propensos a los cambios y adecuaciones que permitan salvar lo que persiste dentro de este ambiente. ¿Esta puede ser una oportunidad para Bitcoin, Ethereum u otras criptomonedas, puedan tener un segundo auge que compense su fulminante caída?
Muy contrario a lo que podríamos pensar, las criptomonedas tienen el ambiente perfecto para que nuevos jugadores se integren al tablero de movimientos. Bajo este contexto, es posible apreciar a instituciones como JP Morgan o Andreessen Horowitz, quienes conociendo el potencial de la criptocurrencia están creando fondos de inversión en este campo o inyectando capital a empresas de blockchain. De igual manera, la empresa Black Rock ha fortalecido su interés en facilitar la compra de criptomonedas a diversas instituciones.
Lo anterior nos indica que, si bien el mercado del cripto tuvo un grave tropiezo durante este año, eso no significa que vaya a desaparecer o que pierda fuerza; si no que más bien se encuentra en una etapa de reconfiguración que le permitirá con el tiempo afianzarse y poder consolidarse como una herramienta monetaria.
Colaboración realizada por Karina Maldonado y equipo Revolución 5.0 de Disruptive Labs. Si quieres conocer más al respecto, contacta al equipo de Revolución 5.0 al correo contact@disruptivelabs.mx o a nuestras redes @DisruptiveLabs, ¡con gusto te leemos!
POR DISRUPTIVE LABS
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