COLUMNA INVITADA

Lecciones de valentía y amistad

Seguramente tú tienes al menos referencia de algunas a tu alrededor, ya sea en tu círculo de amigos

OPINIÓN

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Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“En el pequeño mundo en el cual los niños viven su existencia, dice Pip, en Grandes esperanzas, de Charles Dickens, no hay nada que se perciba y se sienta con tanta agudeza como la injusticia.” 

Muy complicado resulta ser valientes en este sistema que privilegia la cobardía, por sobre la integridad. En ese sentido, es una época obscura donde la animadversión, por lo incorrecto se disuelve.

Desnudar la estupidez nunca es cómodo, para aquella persona quien la padece, y que no se había dado cuenta o que insiste, de forma necia, en que tiene la razón. Pero es necesario, tener valentía de aceptar o denunciar la misma, y así evitar injusticias o desgracias en todos los aspectos del quehacer humano. 

Que hubiera sido de nosotros de no haber existido personas como Lilly Ledbetter quien luchó por el salario igualitario, cuando al jubilarse de Goodyear demandó a la compañía en 1990, por pagarle menos en los últimos años que a sus colegas varones. La demanda escaló lo judicial hasta que llegó a la Suprema Corte Norteamericana. Aunque no fallaron a su favor, la jueza Ruth Bader Ginsburg, lo elevó a grado de antecedente jurídico para acciones positivas. Quizá otro ejemplo, sea el de Rosa Parks, quien no renunció a su asiento a pesar de exponer su vida, pero con ello logró la resistencia por los derechos civiles. 

En México, las mujeres y hombres que buscan a sus familiares desaparecidos y, por supuesto, todas aquellas personas que, en el anonimato, han tenido que enfrentarse a la delincuencia, a los actos de atropello y, entre muchas otras cosas al despido o acoso, ya sea por denunciar injusticias cuya evidencia es tal, que no necesitarían un juicio para acreditar sus dichos.

Las características de una persona valiente son excepcionales, por ello no es común encontrarlas. Entre las mismas destacan el interés para detener o evitar actos incorrectos o injustos; empatía, reconocer cuándo se equivocan y ofrecer disculpas con franqueza; su expresión libre de opiniones, respetando a sus interlocutores, sin dañar o menospreciar a nadie. Amabilidad y humildad al pedir ayuda. Capacidad de integrar a la gente con diferentes puntos de vista. Enfrentar los caminos difíciles, sin tomar atajos. 

Por supuesto, logran superar el miedo, a pesar de que todo el mundo les dé la espalda. Pero lo más importante, no ocultan o niegan a sus amigos/as.

Seguramente tú tienes al menos referencia de algunas a tu alrededor, ya sea en tu círculo de amigos,

Podrías ser una de ellas. 

A lo largo de los años he conocido a muchas de esas personas. Trabajar con alguien así, te llena de fortalezas que en presente y a futuro, siempre te harán tener mucha paz y motivos para seguir adelante en tiempos difíciles.

Eso siempre ayuda a conectar la inteligencia con la consciencia; y por tanto a mejorar. 

Entre todas esas personas, Luz María Rodríguez, tiene las características que te he descrito; pero, además, posee el don de resolver las cuestiones que otros dejan de lado, en su trabajo, y pese a que sus ideas y planes, los tomaban otros como de su propiedad, sin dar el reconocimiento merecido, ella siempre compartió ideas y mejoras en el ámbito del servicio público, en donde nos desempeñábamos. Sufrió acoso laboral, sin duda alguna, y siguió adelante ayudando, a grupos vulnerables, pero también logrando, lo que muy pocos hacen; conjuntar grupos de diferentes orígenes, para lograr mancuernas perfectas a efecto de tener beneficios en sincronía. 

Cuánto más asediada estaba por sus superiores jerárquicos, menos saludos recibía, y sin duda, ella es una gran mujer, porque a pesar de todos sus temores, siempre sonreía. 

Mirar a personas que saben más, y reconocerlo no es algo fácil, para jefes/a y colegas, pero menos aún, para aquellos que no logran apreciar que la única forma de hacer prosperar un país es aquella que supera sus diferencias y trabaja en conjunto para entregarlo todo.

Por lo pronto, un capítulo más en su historia; que ha sido la de muchas de nosotras en el servicio público. 

La verdad es muy simple, cuando hay capacidad y logros demostrables, una solicitud de renuncia va acompañada de algún otro tipo de interés, en el que aquella persona servidora pública, no está incluida.

El despido de trabajadores con capacidad, mediante renuncias ficticias no se entiende, más que por soberbia.

Si pudiéramos valorar el conocimiento, desempeño y capacidad operativa, de los servidores públicos entenderíamos, por qué algunas áreas funcionan, mientras que otras no.

No se trata de colores o distinciones en nuestras preferencias, sino de eficacia.

Al despedir a servidores públicos capaces, se está perpetuando la grandilocuencia de lo absurdo, el retraso en el desarrollo y, por supuesto la afectación a la población que no merece estar peor.

 POR SARA MORGAN

CONSULTORA JURÍDICA Y DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

@MORGANSAREL

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