COLUMNA INVITADA

La visita del Primer Ministro de Alemania a México: oportunidades para crecer a partir de la crisis

El martes 20 de septiembre del presente año, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, visitó México

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El martes 20 de septiembre del presente año, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, visitó México. Su presencia, aunque un poco sorpresiva, (por la premura con que se dio), deja clara la estrategia del país germano, de diversificar de manera acelerada su portafolio de proveedores de gas y reducir de manera drástica, la dependencia de este energético que tienen actualmente con su país vecino, Rusia.

En sus primeras declaraciones con los periodistas que se dieron cita para cubrir el evento protocolario, el primer ministro teutón dijo que: “El presidente mexicano ofreció intensificar la cooperación en materia de gas licuado."

Mientras, el ejecutivo federal mexicano, calificó la reunión como altamente productiva para ambas partes: "Fue muy importante el encuentro con el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, su esposa Elke Büdenbender y acompañantes del sector público y privado. Tratamos temas de economía, comercio, derechos humanos, justicia y paz.”

Pero, lo más importante de esta clase de encuentros diplomáticos, no es lo que se desea aparentar, sino lo que no se dice. Al respecto, es importante contextualizar que la situación geopolítica de Europa y en especial de Alemania, ha cambiado diametralmente en comparación a la que tenían hace algunos años. Hoy, la desesperación por adquirir energéticos es una prioridad para casi todas las economías del viejo continente, sobre todo, porque el frío invierno se acerca, cada vez más, y después del cierre de abastecimiento de los gasoductos rusos, la situación luce cada vez más preocupante para los europeos.  

Marcel Fratzscher, uno de los grandes pensadores económicos de Alemania. Presidente del DIW (el Instituto de Investigación Económica de Berlín), ha comentado, cuáles son las debilidades del sistema económico alemán las cuales ha expresado en su nuevo libro titulado: “Geld Oder Leben” (Dinero o Vida), en el que explica, por qué un país tan rico como Alemania, registra tanta desigualdad social en su interior. Esta aportación bibliográfica es una crítica al sistema de seguridad social teutón y a las bases macroeconómicas sobre las que descansa la economía de aquel país, destacando que la ilusión de su estabilidad está a punto de romperse producto de la coyuntura económica mundial que se vive en estos días.  

Y este es el meollo del asunto, ya que, otros especialistas en asuntos internacionales también han confirmado que, para los alemanes, después de la administración de Angela Merkel, se pondrá fin a una época, y para esta nación que viene imponiendo los intereses de su gran industria al resto de Europa, se le vendrá abajo el modelo económico, en el que ha basado su dominio durante las últimas décadas sobre otras naciones de la zona.

Hace unos días en The Wall Street Journal, se decía que la humanidad ingresará en una "era de desindustrialización en Europa". Algo que ya se venía observando antes del confinamiento y que había llevado a que Alemania, estuviera a solo una décima de entrar técnicamente en recesión a finales de 2019. Ahora, las cosas se le han puesto mucho peor, pues casi nadie dentro de los especialistas en la materia, dudan que este año suceda esa predicción.

El espejismo alemán del que pocos hablan

En primer lugar, es conveniente recordar que Alemania evadió parcialmente las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, cuando otras potencias, e incluso pequeños países con los que luego, por cierto, los alemanes no han tenido clemencia alguna, le condonaron miles de millones de dólares de deudas. Gracias a que no pagó la totalidad de las que había generado, (como tampoco reparaciones justas a los países a los que tanto daño causó). Alemania pudo disponer de los ingentes recursos necesarios para fortalecer su destrozado aparato productivo tras la guerra. En otras palabras, no pagaron lo que debían haber pagado y con ese dinero subsidiaron su propia recuperación económica en los años subsecuentes a la guerra.

En segundo lugar, Alemania es la responsable de que el proceso de unidad europea carezca de unión política y de que no haya llegado a ser una auténtica democracia, ya que, la única forma de lograr que sus intereses (léase, los de las grandes empresas), puedan predominar sobre los del conjunto de Europa, es precisamente a través de este método.

En tercer lugar, el país germano ha vivido con un modelo de integración monetaria cuyas condiciones arbitrarias son difíciles de cumplir para todos los países de la zona Euro, pero que permiten castigar y someter a los que tienen menos poder de decisión. La prueba evidente de ello, es que de 2000 a 2010, Alemania incumplió 14 veces las reglas de límite de déficit y deuda, mientras que España e Irlanda, solo cuatro y cinco veces pudieron tener acceso a este mecanismo, y nunca antes de la crisis de 2007. Aunque solo las economías más vulnerables han pagado el precio de estas restricciones.

Como se puede apreciar, Alemania necesita gas y energéticos urgentemente. El tiempo se acaba para eludir un gélido invierno que se avecina. México ha sabido interpretar y manejar bien esta situación, aunque quizás siendo un poco más inteligentes, es el momento para pactar una estratégica de transferencia de tecnología en materia de hidrógeno e impulsar de esa forma, el sistema de trenes que la presente administración ha compartido como parte de un plan de infraestructura económica para los siguientes años. Alemania con su conocimiento y su innovación tecnológica, puede ayudar en este y muchos otros sectores más, a la industria nacional, el momento es ahora.  

Luis Miguel Martínez Anzures

Presidente del Instituto Nacional De Administración Pública 

MAAZ