A partir de la reforma del artículo 69 de la Constitución, que canceló la oportunidad de que los presidentes de la República presentaran su Informe frente al Congreso de la Unión presencialmente, estos mensajes carecen de validez constitucional y jurídica. Pero son esperados con interés por la opinión pública, pues en ellos el mandatario no sólo hace alusión a la obra de gobierno, sino envía un mensaje político a la nación.
En esta ocasión, aun cuando el comportamiento de López Obrador fue serio y austero, su discurso no nos dijo nada nuevo, simplemente reiteró la información que todos los días emite en Las Mañaneras, y le dio argumentación a la narrativa de los objetivos que persigue la Cuarta Transformación.
Su tono fue monocorde, se veía cansado y ni siquiera concitó mayores aplausos de su limitado público, integrado por sus colaboradores cercanos y algunos invitados. Repitió lo que en los mensajes televisivos de los últimos días, que fueron avasalladores y aburridos. Faltó el carisma y la conexión popular de un líder de su talla que mantiene una popularidad superior a 60% de la población.
En cuanto al tema económico, destacó la conducción de su gobierno, que no sólo ha mantenido la paridad peso-dólar, sino el equilibrio macroeconómico; más allá del crecimiento económico, consideró que hay una mejor distribución del ingreso, lo cual es cierto, pues sus programas sociales han sido un factor importante para combatir la pobreza y también para conservar su popularidad, frente a más de 25 millones de familias mexicanas que reciben esos apoyos. Elogió los resultados del T-MEC y leyó un párrafo de una carta del presidente Biden que destaca la relación con México.
En cuanto a seguridad, insistió en que va bien, a pesar de la percepción generalizada y manifestada en las encuestas de que existe miedo en la población. Justificó la iniciativa de Ley para que la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa Nacional. Mucho ruido y pocas nueces.
Por otra parte, la Sesión del Congreso de la Unión, que debería haberse iniciado a las 17:00 hrs., fue retrasada a las 18:30 hrs. por falta de quórum. El secretario de Gobernación saludó a cientos de legisladores, subió con la Mesa Directiva y entregó el Informe y sus anexos, cumpliendo así el mandato de la Carta Magna.
En la conducción faltó experiencia; algo le pasó a Santiago Creel, pues con su conocimiento político debería haberlo hecho mucho mejor, ya que ha levantado la mano para ser candidato presidencial.
Los oradores de todos los partidos se limitaron a decir lugares comunes, frases gastadas y deseos inciertos de colaboración parlamentaria. La realidad es que en este periodo de sesiones no se aprobará ninguna reforma constitucional propuesta por el Ejecutivo; en cambio, serán aprobadas por la aplanadora morenista aquellas leyes que requieran mayoría simple. Donde se complicará la Cámara de Diputados, será en el nombramiento de los consejeros de INE, pues se requiere mayoría de las dos terceras partes.
Poco interés, cansancio, polarización, ignorancia y mucha ambición mezquina por las parcelas del poder. En síntesis, hubo un mensaje desangelado y una mediocre sesión del Congreso.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ