COLUMNA INVITADA

El asesino serial

En el jardín de la calle del mar del Norte número 20, en Tacuba, fue el destino final de cuatro mujeres asesinadas por el estudiante de química

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En el jardín de la calle del mar del Norte número 20, en Tacuba, fue el destino final de cuatro mujeres asesinadas por el estudiante de química, Gregorio Cárdenas Hernández, detenido el 8 de septiembre de 1942, hace 80 años, considerado como el primer asesino serial en la historia criminal de México. 

El Licenciado Manuel Arias Córdova, padre de la estudiante Graciela Arias Avalos y ante la ausencia de su hija dio parte al Servicio Secreto a cargo del general Leopoldo Treviño Garza, quien comisionó a los detectives José Acosta Suarez y Ana María Dorantes indagar el paradero de la estudiante de química. 

Los investigadores husmearon entre los estudiantes, quienes señalaron a Cárdenas Hernández como un asiduo acompañante de la chica, con los datos recabados se dirigieron a la casa de su madre María Vicenta Hernández, quien les confesó a los agentes, “Mi hijo se ha vuelto loco hoy por la mañana…lo he internado hoy al mediodía en el sanatorio del doctor Gregorio Oneto Barenque, en Tacubaya”, los agentes se trasladaron al lugar indicado. 

Acosta Suarez, le preguntó en el sanatorio a Cárdenas Hernández, por Graciela y este le respondió, “Yo soy inventor, amigo, soy el hombre invisible y hago invisibles a los hombres. Estas pastillas – le dijo mostrándole unos pedazos de gises blancos-hacen milagro”. 

El investigador al no tener respuestas fidedignas, pues “Goyo”, solo hilaba incoherencias se trasladó a la calle de Mar Norte, como buen detective exploró en las tres cuartos en busca de alguna pista, al no encontrar  nada en concreto, se disponía a retirase, sin embargo, vio en el jardín tierra removida que ocultaba el  cuerpo de una mujeres sepultada, dio  parte a sus superiores, los cuales se trasladaron al lugar de los hechos y se abocaron a la exhumación, para sorpresa de los agentes descubrieron otros cuerpos. 

Los días 15, 23 y 29 de agosto de 1942, Cárdenas Hernández subió a su Ford 39, matrícula B 9101 a Rosa Reyes Quiroz, Raquel Martínez  de León, María de los Ángeles González respectivamente de diversos lugares de la Ciudad de México, para después llevarlas a Mar del Norte, donde las estranguló y sepultó, el 2 de septiembre llevó a ese lugar a Arias Avalos, ya privada de la vida, detenido en el sanatorio y trasladado a la Sexta delegación de Policía, donde rindió su primera declaración, el mismo redacto a máquina,  narró “la conducta que provocó el escándalo y la náusea social”, según el criminólogo  Quiroz Cuarón. 

En su libro Adiós Lecumberri, Cárdenas Hernández, escribe” Hoy, 13 de septiembre de 1942, a las 12:50 horas, la camioneta en la que viajo acompañado de varios agentes de la policía…entra por la puerta principal a la penitenciaría del DF”, en un tiempo compartió su celda con el juez Juan Nepomuceno Izquierdo, quien dispuso de las finanzas que se fijaba a los presuntos delincuentes, de él aprendió la redacción de la papelería legal para liberar a presos de escasos recursos.  

En 1976, queda libre Cárdenas Hernández, rememora, “Es penoso decir adiós a la casa vieja cuando necesariamente tenemos que abandonarla, máxime cuando en ella hemos dejado embarrada, la muralla que la componen, treinta y cuatro años de nuestra mísera existencia…” 

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ