APUNTES DE GUERRA

Mujeres en las antípodas

Las prácticas intimidatorias y con frecuencia violentas de la Policía Moral iraní generan indignación y escándalo dentro y fuera de ese país

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Desde hace décadas, las mujeres en Irán han salido a las calles para protestar en contra de las muchas restricciones que les impone la sharia, o ley religiosa, instaurada en ese país tras la revolución islámica del ayatolá Khomeini, en 1979.

Si bien algunas de las restricciones más oprobiosas se han ido relajando, una en particular es causante de constantes abusos por parte de la llamada Policía Moral del régimen, que se ocupa de imponer obediencia a los mandatos religiosos: la del uso del hijab, o velo islámico.

Las normas para el uso —obligatorio o no— del hijab varían de país a país y de una corriente del islamismo a otra. Irán se encuentra en un punto intermedio, en el sentido de que, aunque obliga al uso del hijab, no impone el uso de velos de cuerpo completo como el chandor, que deja el rostro descubierto, o la burka, que cubre toda la cara, pero las prácticas intimidatorias y con frecuencia violentas de la Policía Moral iraní generan indignación y escándalo dentro y fuera de ese país.

Muchas mujeres se han atrevido a desafiar las normas, pero terminan pagándolo muy caro: cárcel, exclusión social y hasta la muerte, como en el caso reciente de Mahsa Amini, quien fue detenida violentamente por “usar mal el hijab”  y murió unos días después como resultado de la agresión sufrida.

Su muerte desató una oleada de protestas en todo Irán, y mujeres de todas edades y clases sociales han salido a las calles (o a la redes sociales) a desafiar las draconianas reglas del uso del hijab. Pese a la brutal reacción de las autoridades, que ha dejado ya más de 35 muertos, las manifestaciones se han extendido a lo largo del país y presentan el mayor desafío social al régimen desde las protestas ocurridas en 2009.

A diferencia de entonces, todo indica que el descontento es mucho más profundo y que las mujeres han sabido dar enorme valor simbólico a su lucha, quitándose y quemando el hijab, cortándose el pelo, desafiando a un sistema que no entiende que, una vez que se levantan, las mujeres pueden ser una fuerza imparable.

Mientras eso sucede en Irán, una mujer ha puesto también de cabeza al establishment, sólo que ahora en Italia. Giorgia Meloni, la lideresa del movimiento ultraderechista Hermanos de Italia, obtuvo una victoria contundente en las elecciones generales y será la próxima primera ministra. Con ella llegará al poder un partido que es heredero, de forma y de fondo, del más rancio fascismo italiano, de la mano del lamentablemente célebre Silvio Berlusconi, símbolo del poder del dinero y de la corrupción.

Este giro hacia la derecha extrema prende ya alertas en las capitales europeas, que miran con preocupación el arribo al poder de una mujer cuya propia trayectoria, sumada a la herencia ideológica de su partido, podría colocarla en ruta de colisión con los principios y valores que —todavía— le dan cohesión a la Unión Europea.

El tiempo dirá, bien pronto.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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