PASIÓN POR CORRER

El Rey "King-choge"

Corre siempre erguido, la espalda recta, con su paso amplio, la mirada profunda al frente y esa sonrisa legendaria que le ilumina un rostro marcado por surcos que lo hacen aparentar más edad de la que tiene

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando la figura estilizada de Eliud Kipchoge cruzaba por quinta vez la histórica Puerta de Brandeburgo, con su 1.70 de estatura y sus 52 kilos de peso, se confirmaba que hay seres humanos que nacieron no sólo para correr, sino para volar y para enseñarnos a los demás que no hay imposibles cuando se pone la vida y el corazón en lo que hacemos. Porque eso representa Kipchoge y su nuevo récord mundial en la Maratón de Berlín, donde ha ganado cinco veces el primer lugar y ha impuesto ya dos marcas históricas.

La historia del corredor keniata, que hoy toda la prensa especializada reconoce como “el mejor corredor de la actualidad” y a quien ayer la mismísima World Athletic bautizaba en un tweet como “King-choge”, en un juego de palabras que lo consagra como el monarca absoluto de la maratón en el mundo, es la historia de un niño de campo en su natal Kenia, donde creció con todas las carencias y dificultades, pero también con toda la libertad de un niño que encontró en su habilidad para correr una ruta de escape no sólo para enfrentar su pobreza, sino también para ayudar a su comunidad y a su país al intentar vencer las dolorosas desigualdades y miseria que contrastan con su generosa naturaleza.

Y es que ver correr a un grande como Kipchoge siempre es un deleite: corre siempre erguido, la espalda recta, con su paso amplio, la mirada profunda al frente y esa sonrisa legendaria que le ilumina un rostro marcado por surcos que lo hacen aparentar más edad de la que tiene. Siempre sonríe en carreras agotadoras, pero no es porque no le duela o no esté cansado, lo hace, porque disfruta corriendo maratones o, tal vez, porque en su mente vive la idea de que los hombres han nacido para correr.

Con su triunfo del domingo en Berlín, con sus 2h:01m:09s, el keniata demostró que el mejor desempeño de su carrera no estaba en su anterior marca (2h:01m:39s), sin contar su medalla de oro en Tokio 2020, y que el pasado marzo ganó su maratón 18 en Tokio, con un récord del evento en 2h:02m:40s, Kipchoge ya casi a sus 38 años, puede todavía probar en París 2024 que aún está lejos de llegar al límite de su carrera.

Por eso el pasado domingo, cuando el reloj marcaba las 11 de la mañana con 1 minutos y 9 segundos y el sol del otoño ya bañaba por completo las calles de Berlín, la Puerta de Brandeburgo, esa sobreviviente de guerras mundiales y bombardeos, la que vio pasar lo mismo a los Tres Reich de Alemania, la que por sus arcos recibió lo mismo al canciller Otto von Bismarck que a las tropas nazis de Adolf Hitler, la que en sus dos siglos vio nacer, construirse, vivir su esplendor y luego destruirse y partirse en dos a la ciudad de Berlín, para después recuperarse y florecer de nuevo como República democrática y como una de las ciudades más bellas del mundo, el domingo, cuando vio pasar a la sombre de Eliud Kipchoge debió seguro sonreír y sentir que recibía a un viejo conocido y a un ser humano que bajo sus arcos se coronaba como El Rey “King-choge”.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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