POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

El Unicornio azul

Muchos gobiernos han extraviado el rumbo. Pero es indispensable retornar al desarrollo sostenible que no es, afortunadamente, un unicornio azul, sino un imperativo categórico para asegurar la sobrevivencia de nuestra especie en el planeta.

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mi generación creció con las canciones de muchos autores, incluyendo las de Silvio Rodríguez. Siempre me gustó su creación “el Unicornio azul”, que manifiesta el dolor que nos causa la pérdida de una ilusión, un ideal, una convicción, una fe. Ese era el unicornio que se había perdido.

Hoy se cumplen siete años, 25 de septiembre de 2015, de que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Me sigue pareciendo una hazaña diplomática que, después de más de dos años de negociaciones, los 193 estados miembros de la ONU se hubieran puesto de acuerdo para aprobarlos unánimemente, dando vida al documento más visionario para hacer efectivos los derechos humanos de todas las personas, sin dejar a nadie atrás.

Los ODS son la versión más vanguardista del desarrollo sostenible. Centrados en procurar el bienestar de las personas; la construcción de la paz y la prosperidad en todos los países; la protección del planeta y las alianzas entre todas las partes interesadas, (gobiernos nacionales y subnacionales, parlamentos, sector privado y universidades), son una guía para un mundo menos injusto, más equilibrado y esperanzador apara las nuevas generaciones.

Los ODS no tienen dueño. Nos pertenecen a todos. Son un auténtico patrimonio mundial y una convocatoria global para hacer posible un cambio civilizacional indispensable. Se trata de asegurar una vida digna para la presente, pero también para las futuras generaciones, sin destruir los recursos naturales del planeta. Pero no son ilusiones, ni falsas promesas. No son un unicornio azul. Los seres humanos son la única especie conocida que tiene plena conciencia de su existencia, y de su capacidad para cambiar hábitos e inercias. Aunque también es la única especie capaz de tropezar con la misma piedra, de repetir los mismos errores esperando resultados distintos.

Pero en estos siete años han ocurrido muchas cosas que, en la práctica, han puesto un freno al avance hacia el logro de los ODS en 2030. Primero fue la llegada, en 2017, de Trump a la presidencia de Estados Unidos. El gran destructor, como todos los populistas, se centró en debilitar y destruir acuerdos e instituciones internacionales. Sacó a su país del Acuerdo de París y del liderazgo que se requiere para avanzar en la lucha contra el cambio climático. Debilitó a la ONU, la Organización Mundial de Comercio, y también se retiró de la Organización Mundial de la Salud.

Después, vino la pandemia del COVID19, la profunda recesión económica de 2020, y la desigual recuperación de 2021. Muchos países quedaron exhaustos, con sistemas de salud rebasados, y efectos muy negativos en la educación. Los informes del Secretario General de las Naciones Unidas muestran el retroceso generalizado, en todos los países del mundo, en el logro de los ODS.

Dentro de una situación internacional ya muy deteriorada, a principios de este año el Presidente de Rusia provocó una crisis adicional. Su invasión de Ucrania, además de causar un enorme sufrimiento al pueblo de ese país, multiplicó los precios de los energéticos y de los alimentos, con efectos muy graves para muchos países en desarrollo. No conforme de haber cometido un garrafal error de cálculo que unió a los ucranianos, a la Unión Europea y a la OTAN en su contra, siete meses después decide doblar su temeraria apuesta. Ahora pretende anexarse ilegalmente territorios arrebatados a Ucrania, violando las reglas más básicas del derecho internacional y la Carta de la ONU.

Pero lo más grave de la invasión rusa de Ucrania (que no es una guerra, sino una invasión) fue trastornar aún más la agenda internacional. Se redujeron los espacios para avanzar hacia el desarrollo sostenible, y la lucha contra el cambio climático. Los gobiernos hablan más de guerras y conflictos, y menos de los ODS. Aumentan los gastos en armamentos, se reduce la cooperación para el desarrollo, y se debilitan o abandonan los esfuerzos para tratar de alcanzar los ODS hacia 2030.

Muchos gobiernos han extraviado el rumbo. Pero es indispensable retornar al desarrollo sostenible que no es, afortunadamente, un unicornio azul, sino un imperativo categórico para asegurar la sobrevivencia de nuestra especie en el planeta.

Porque sí se puede eliminar la pobreza, en especial la pobreza extrema, el hambre y la malnutrición. Se pueden reducir las desigualdades. Son factibles los sistemas de salud preventivos y de educación de calidad. Es crucial la igualdad de género, el acceso al agua, al saneamiento y a las energías no contaminantes. Se pueden multiplicar los empleos decentes e impulsar el crecimiento económico. Es viable la construcción de ciudades y comunidades sostenibles, la preservación de la biodiversidad marítima y terrestre, y detener el cambio climático antes de que éste acabe con nuestra especie.

Porque no podemos perder la fe en que México se convertirá, sin militarización, en una sociedad pacífica, basada en el respeto a la ley, la justicia y el respeto a los derechos humanos de todas y todos.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS ODS EN EL TEC DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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