COLUMNA INVITADA

Anarquismo, ¿una malhumorada especie de dignidad?

Liberémonos de las versiones de nosotros mismos que creamos para sobrevivir, y vivamos la utopía

OPINIÓN

·
Diego Latorre / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El anarquismo es la corriente político-filosófica en torno a la cual ha habido más desinformación al momento de describirla. En lo esencial, es un ideal que no propone “recetas” ni ofrece plan o figura milagrosa. La manera de alcanzarlo es a través del ejercicio pleno de la libertad de cada individuo, en un plano de igualdad con todos los demás y anteponiendo la solidaridad a cualquier otro beneficio.

Parece sencillo, pero practicarlo implica una verdadera revolución no sólo en la sociedad sino en cada persona.

Los anarquistas de verdad no van por ahí arrojando bombas ni es virtud agredir a los demás en nombre del resentimiento social o individual, o agitando la bandera de una ideología superior; tampoco adoran y menos instigan al caos o la destrucción; la realidad es menos estruendosa que la impulsada por los petardos, pero a la vez es la única que sacude los cimientos de una estructura de dominación: el Estado y todo tipo de instituciones autoritarias, beneficiarias de la desigualdad y la opresión.

En los últimos 150 años, el anarquismo ha sido el movimiento que con mayor pasión y solidez argumentativa se ha opuesto a los privilegios de los poderosos y a la degradación de la condición humana, sin hacer la menor concesión amparados en alguna circunstancia particular ni disculpando la más mínima debilidad a favor de cualquier estructura de autoridad jerárquica, cualquiera que sea el pretexto con que pretenda justificarse.

En la necesidad de afianzar su dominio y la correspondiente sumisión, el Estado, los medios masivos de comunicación, las nuevas tecnologías de la información, la educación autoritaria, y las diferentes religiones, continúan predicando de mil maneras la obediencia acrítica, porque es en ella en la que basan sus ventajas y provechos. No puede haber dominio sin la correspondiente obediencia. En este contexto, la anarquía ha sido y es el único enemigo real contra todo afán de poder y, por ello, cuando se le menciona, es como un sinónimo de destrucción causada por enajenados. En este enfrentamiento, la actitud de los defensores del poder se explica porque, para encumbrar la opresión y el privilegio, es necesario que la libertad y la igualdad, así como la autonomía que de ellas se deriva, se combatan por todos los medios.

La libertad y la igualdad son los pilares en los que se funda el anarquismo en todas partes, más allá de las múltiples variedades que presenta y de la riqueza de sus propuestas, por eso, revaloremos esta utopía en función de los tiempos confusos que nos toca experimentar y empecemos a creer más en el ser humano, así como en su capacidad de organizarse y de vivir más solidariamente.

Liberémonos de las versiones de nosotros mismos que creamos para sobrevivir, y vivamos la utopía. Al final, vivir sólo cuesta vida.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
COLABORADOR
@DIEGOLGPN

CAR