Es claro que la sociedad mexicana ya no es la misma del pasado. Por generaciones la población de este país se caracterizó mundialmente por su empatía, por su calidez, tolerancia y hospitalidad. Pero lamentablemente todos estos valores, el interés por los demás, prácticamente han desaparecido. Sólo cuando ocurre una tragedia como es el caso de los terremotos de 1985 y 2017, así como tragedias provocadas por huracanes, aparece la solidaridad cada vez más escasa.
A lo largo de todos estos años que le he compartido información ha sido palpable que algo ha cambiado en la sociedad mexicana, pero los cambios más preocupantes se han dado a raíz de la pandemia por Covid-19. La violencia intrafamiliar, principalmente hacia las mujeres, se incrementó en un cuatro por ciento en los últimos cinco años.
Los resultados de la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 y que fue presentada el martes pasado arroja un dato aun más estremecedor. Alrededor de 50 millones y medio de mujeres y niñas mayores de 15 años, han sido víctimas de algún tipo de violencia, lo que con base en este ejercicio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía significa que el 70 por ciento de la población mexicana ha sido violentada de alguna manera.
Imagínese, tres cuartas partes de la población ha sentido el dolor que provoca la violencia. Eso explica, en principio, el porqué del cambio del comportamiento mexicano. Nos hemos vuelto violentos, desconfiados, agresivos, reactivos y amenazantes. Pero quiero centrarme en lo que ocurre en los últimos dos años desde que se declaró la pandemia por Covid-19. Hay un extraño cambio de comportamiento en algunas personas que, por la razón que sea, se ha mediatizado y que nos enciende algunos focos de alerta.
Con base en datos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en lo que va del año 2022 se ha impedido el suicidio de 83 personas en las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro, una cifra que esta muy por arriba de los intentos de quitarse la vida de otros años. En estos días le he presentado en el Heraldo Televisión el caso de la mujer apodada #LadyDEA y de otra llamada #LadyParabrisas.
La primera, completamente fuera de sí, lanzaba violentos gritos a los empleados de una sucursal bancaria en Piedras Negras Coahuila que no le cambiaron los billetes que traía. En redes sociales, se ve a la mujer que grita desaforadamente y amenaza asegurando que trabaja para la DEA, versión que nunca se confirmó.
En el segundo caso, luego de un conflicto vial, la mujer se baja del auto y completamente fuera de control arranca el limpiaparabrisas del automovilista en conflicto para arremeter a golpes y gritos. Tuvo que llegar la policía para tranquilizar a la furibunda mujer. Luego de saber que el Sars-Cov2 es un virus que afecta el sistema nervioso central, una serie de estudios elaborados por el Pasadena Health Center, revelan que las personas que sufrieron infección por covid-19, aun sin síntomas, son más propensas a desarrollar depresión crónica, lo que desencadena intentos de suicidio, ansiedad y otras patologías mentales.
Si estos estudios en California y en otras partes del mundo confirman que el virus ha afectado nuestros cerebros de tal forma que nos convierten en una sociedad mas violenta, estamos ante un problema de salud pública mundial de proporciones imposibles de calcular.
Piénselo, ese cambio de comportamiento podría estar relacionado con su infección de Covid-19 y ante ello es importante tomar acción y consultar a su médico.
Corazón que sí siente
En la cámara de Diputados Santiago Creel, en la de Senadores Alejandro Armenta, muy cercano a Ricardo Monreal. El legislativo con mesas directivas nada adoradoras de AMLO.
POR JESÚS MARTÍN MENDOZA
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MAAZ