MALOS MODOS

AMLO o el fascismo

Dirán algunas, algunos, que lo que pasa es que en realidad el “facho” es el Presidente, y que ese es el verdadero aprendizaje de este sexenio

OPINIÓN

·
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las cosas que se aprenden en este sexenio. Por ejemplo, se aprende que los fascistas no eran lo que pensábamos. El otro día, el Presidente dijo que las personas que se oponen a la militarización de la seguridad son eso, fascistas, o bueno, “admiradores de fascistas”, que es lo mismo, con lo que, además de eximir de semejantes pecados a Alito Moreno, por ejemplo, nos enseñó que el fascismo no es eso, militarista, como algunos pensábamos, sino todo lo contrario. 

Supongo que es por esa verdad histórica apenas revelada que un promotor de la fraternidad universal, como es nuestro Presidente, puede hablar de Mussolini en la ONU o recomendar la lectura de Hitler. Porque parece que los fascistas eran otros. ¿Quiénes? Bueno, el New York Times, el  Washington Post, el Economist y demás medios (muchos) incapaces de
entender el lugar que tendrá nuestro líder en la historia. O las ONG. O los medios mexicanos, menos La Jornada y los que paga Jesús Ramírez. Y los partidos de oposición, no hace falta decirlo. 

Por fortuna, en este mundo ha habido y hay otros no fascistas con credenciales irreprochables, modelos a seguir, compañeros de ruta. 

Fidel, por ejemplo, a pesar de que decretó el luto en Cuba cuando murió Franco, el Caudillo de las Españas. O, entre las filas progresistas nacionales, Manolo Espino, quien al parecer no es un yunque, según aseguraban hace pocos años unos cuantos entre los periodistas hoy más acríticos, sino un martillo y una hoz. O, claro, Donald Trump, ese humanista.

Dirán algunas, algunos, que lo que pasa es que en realidad el facho es el Presidente, y que ese es el verdadero aprendizaje –el sorpresón– de este sexenio. 

Disiento fraternalmente. Como he dicho antes, si tales categorías son válidas todavía, el Presidente es un ejemplo cabal de hombre de izquierda, de esa izquierda que dominó un buen trozo del siglo XX. 

Me refiero a la izquierda de uniformes, caudillesca,
más bien estatista (la que detesta íntimamente a los empresarios, pero los aguanta cuando no hay más remedio); la izquierda de los comités de defensa de la revolución, como los que intentan armar dos o tres paletos bolivarianos en este país; la izquierda del culto a la personalidad, con el
tlatoani convertido en protagonista de los libros de texto
y demás; la izquierda yonqui de la propaganda y los elefantes blancos. 

¿Que esa izquierda se parece al fascismo? Pues sí. Resulta que son hermanos ideológicos desde siempre, o sea desde que nacieron, en el primer siglo XX. Pero no estamos listos para esa discusión.

Es conocido lo de “Echeverría o el fascismo”, atribuido a Carlos Fuentes y probablemente dicho en realidad por Fernando Benítez. Como el obradorismo no tiene ni Fuentes ni Benítez, sino Meyers y Fisgones, el Presidente tuvo que decírselo y decírnoslo así, sin ayuda: “AMLO o el fascismo”.

POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09

CAR