La escasez global de semiconductores ha sido una de las consecuencias más graves para la economía mundial después de la pandemia de Covid-19.
Taiwan es el principal fabricante de semiconductores en el mundo, y es por eso que hace tan sólo unas semanas vivimos días de gran tensión entre Estados Unidos y China, cuando la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, viajó a aquél país para apoyar la democracia en la isla frente a una posible invasión por parte del gobierno de Xi Jing Ping.
Si China invade, tendría el control de la producción mundial de semiconductores, aumentaría su control naval en el mar del sur de Asia y amenazaría las bases militares de Estados Unidos en el Pacífico.
El objetivo de Estados Unidos es combatir la dependencia tecnológica y contrarrestar las ambiciones económicas y militares de ese país.
Hace unas semanas el senado de Estados Unidos aprobó una amplia legislación, la Ley de Reducción de la Inflación, que contiene un paquete de doscientos millones de dólares para la inversión en el sector tecnológico. Nuestro vecino del norte ya invierte como nunca antes en ciencia, investigación y desarrollo, buscando, además, potencializar las alianzas entre empresas privadas y universidades.
En la “carrera por ganar el S. XXI”, palabras del Presidente, Joe Biden, el Departamento de Comercio tendrá cincuenta mil millones de dólares para subsidiar el desarrollo y fabricación de chips semiconductores que se utilizan en dispositivos como teléfonos, computadoras, consolas de videojuegos, fabricación de automóviles e industria de salud y también militar.
El conflicto económico y político con el gigante asiático puede beneficiar a México, pero para eso se necesita inversión en educación, ciencia y tecnología. No sólo se trata de tener buenas intenciones. Aunque ayer el gobierno nos comunicó sobre la invitación de Estados Unidos para participar en esta producción de semiconductores, nuestro país tendrá que reorientar el gasto para poder aprovechar esta oportunidad en el mercado de Norteamérica.
No es un tema menor iniciar el proceso hacia la manufactura de estas tecnologías, ha requerido la inversión y la visión durante al menos treinta años por parte de Taiwan, pero México debe empezar ya. Tenemos una gran oportunidad delante de nosotros. Debemos aprovecharla y que el gobierno se deje de “politiquerías”.
Si quieren semiconductores hay que invertir en el futuro y dejar de mirar atrás.
POR JORGINA GAXIOLA
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