La jueza tercera de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México ordenó a las autoridades educativas reponer el servicio conocido como Escuelas de Tiempo Completo, al reconocer que con esa decisión habían afectado a los niños y a las madres de familia que contaban con esas escuelas, donde los educaban y les brindaban comida y un sitio seguro para que ellas pudieran trabajar
Preguntémonos, ¿de quién fue la peregrina idea de desaparecer esas escuelas y de quiénes la responsabilidad de acatar esa orden? Las Escuelas de Tiempo Completo benefician a 27 mil planteles diseminados en el territorio nacional, y al menos un millón 700 mil escolapios y permitían a más de 90 mil maestros de participar en esa tarea.
Ante la decisión de la juzgadora, la SEP no está dispuesta a ver cómo acata esa disposición y preparar argumentos convincentes ante la Secretaría de Hacienda y la propia Presidencia. No, la SEP indica que “promoverá un recurso de revisión en contra de lo dispuesto por la jueza para que un tribunal colegiado revoqué la sentencia y la niegue”. Una entidad que debiera de tener la vocación de estar abierta a todo tipo de ideas, programas y métodos que perfeccionen el engranaje enseñanza-aprendizaje, está cerrada, endurecida y atrincherada en el pasado.
No sería temerario que, en tiempos como los actuales, de balazos, injusticias y tormentas, los encargados de la decisiva tarea de educar dieran un giro al pasado y en sus textos afirmaran que la tierra es plana, las matemáticas fueran declaradas inexistentes y la biología fuera sustituida por fanatismos alrededor de un líder. Y esta afirmación tiene como sustento el manto de mediocridad que ha prevalecido durante años en los que la educación pública ha perdido la búsqueda de excelencia y donde permanece y ha reinado el sindicalismo y las aberraciones.
La jueza incluso adopta las líneas inductivas que debiera tener la SEP cuando indica que “las secretarías deben adoptar todas las medidas que se estimen pertinentes, a fin de que se sigan otorgando los mismos beneficios que se encontraban previstos en las Escuelas de Tiempo Completo, incluyendo los ajustes presupuestarios que se estimen convenientes”. ¿Por qué la SEP pretende borrar esta medida y no retomar lo que bien funcionaba?
La principal característica de un cuerpo decadente es su incapacidad de generar sus propias defensas y mejorar sus métodos de desarrollo. La historia nos enseña que, en medio del desastre, un buen gobierno no deja de producir los hombres capaces de sobrevolar sobre la anarquía, el pesimismo y restaurar los valores que el momento necesita.
Eso, por supuesto, requiere visión y el acompañamiento de decisiones que deban tener los pilotos de un navío capaz de navegar aún en plena tormenta.
POR RAÚL CREMOUX
ESCRITOR Y PERIODISTA
@RAULCREMOUX
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