APUNTES DE GUERRA

21 años

Hace veintiún años y dos días, el mundo cambió para siempre con los ataques terroristas de Al Qaeda

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los ataques terroristas planeados y ejecutados por Al Qaeda no solamente derribaron las Torres Gemelas en Nueva York y alcanzaron a dañar la sede del Pentágono, sino que pusieron fin a la largamente acariciada idea Occidental de que con el fin de la Guerra Fría los valores de las democracias liberales se habían impuesto y al mundo esperaba un largo y tranquilo camino hacia la prosperidad.

Mientras que la confrontación entre los dos grandes bloques encabezados respectivamente por EU y la URSS se basaba en el concepto de la segura destrucción mutua (Mutual Assured Destruction, cuyo acrónimo MAD era muy ilustrativo), en el nuevo mundo de las guerras asimétricas las reglas tradicionales no aplican, y en muchos casos el sentido común tampoco.

Pensarán tal vez ustedes, queridos lectores, que la falta de lógica y sentido común es característica exclusiva de los grupos terroristas o subnacionales, pero no es así: la respuesta absolutamente desproporcionada de EU y algunos de sus aliados ante los ataques del 11 de septiembre de 2001 nos muestra cómo lo mismo desde el fanatismo o desde las democracias, las emociones pueden más que la razón.

Para muestra, algunos botones: en las dos décadas posteriores a los atentados, EU ha dedicado ocho billones de dólares (trillones en inglés) a sus servicios de defensa, seguridad interior (Homeland Security) y gastos relacionados, de acuerdo con un reporte del proyecto Costs of War, de la Universidad de Brown (www.costsofwar.org).

El costo humano es terrible, siempre según este estudio: casi un millón (929,000) de personas han muerto en las guerras estadounidenses en Afganistán, Paquistán, Irak, Siria y Yemen, sin contar a millones de damnificados y desplazados.

Y la tasa de letalidad es escandalosa: por cada militar estadounidense han perdido la vida 50 civiles y unos 30 militares o policías locales.

Si eso no fuera suficiente, pensemos en el costo en libertades civiles en los países altamente desarrollados que se han sumado a la cruzada estadounidense, y también en los aumentos de actos de hostigamiento y discriminación en contra de personas de origen o apariencia musulmanas.

A final de cuentas, en estas guerras asimétricas lo que busca el guerrillero/terrorista/militante no es ganar ni en número de bajas ni en territorio.

No, para ellos la victoria se define en el costo económico, político y social que le generan a su enemigo.

Y ahí —en los valores tradicionales de las democracias occidentales— es donde han tenido un verdadero y desolador impacto.

Y pues llegamos a la triste conclusión de que tal vez la Guerra contra el Terror la está perdiendo Occidente.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
@GABRIELGUERRAC

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