REFLEXIONES CONSTITUCIONALES

La Reina ha muerto; viva el Rey

La velocidad increíble de los medios de comunicación del mundo se disparó con una noticia

OPINIÓN

·
Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La velocidad increíble de los medios de comunicación del mundo se disparó con una noticia, que asombrosamente unificó la opinión mundial; la Reina Isabel II murió y, con ella, una época de la historia contemporánea. Su fallecimiento provocó una oleada de solidaridad en todos los confines de nuestro planeta.

¿Cómo explicar éste fenómeno? la respuesta fácil es porque fue una figura emblemática de la televisión, la cinematografía y las series que hoy cubren las plataformas de entretenimiento; esta sería una respuesta incompleta. Había algo más, no se trató de una simple figura decorativa de la política británica, sino de una mujer que supo mantener discreción frente a los temas políticos, para situarse como verdadera jefa de Estado de más de 15 naciones, pues, habría que agregar a Gales, Irlanda, Inglaterra y la tierra que la vio morir, Escocia.

Mantuvo una discreción activa, y bien puede decirse que –en el tiempo de su vida— ocurrieron los más grandes cambios científicos, tecnológicos y políticos de la historia; desde la televisión, el descubrimiento del universo, el genoma humano y el desarrollo extraordinario de la cibernética y la robótica. Un mundo distinto.

Fue testigo de la Segunda Guerra Mundial y después fue coronada; le tocaron los avatares de la Guerra Fría, los conflictos del Canal de Suez, las rebeliones anticolonialistas en Asia y África, la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética, las guerras internas, como las de Irlanda del Norte y del Sur; las guerras internacionales, como la que sostuvo la Gran Bretaña contra Argentina, por las Islas Malvinas; la epopeya de Mandela en Sudáfrica, entre otros.

Protagonizó los cambios de la economía mundial; primero, con el keynesianismo en la posguerra y, 40 años después, con el neoliberalismo que patrocinó la primera ministro, Margaret Thatcher.

Desde luego, visitó México, donde pudo adaptarse al estilo republicano del presidente Echeverría, con una sonrisa y actitud abierta y solidaria; también lo hizo con Miguel de la Madrid.

Los escándalos de la Familia Real han sido noticia mundial, su distanciamiento con la Princesa Diana fue uno de los pocos tropiezos de su popularidad; pese a todo, Isabel II fue un personaje que superó el escándalo y la diatriba con una actitud de realeza autentica.

En el aspecto religioso fue la jefa de la Iglesia Anglicana, que pudo y supo mantener relaciones excelentes con el Vaticano. Monarca, soberana, jefa de Estado, personaje inigualable que también representa el anacronismo de las monarquías que, a pesar de ser constitucionales y democráticas, se han convertido en anacrónicas. 

Con ella muere una época y un tiempo, será recordada por sus vestidos de colores estrafalarios y su sonrisa incomparable, pero, sobre todo, por su calidad humana y su grandeza política, que no debe ser regateada por el papel decorativo que tienen asignadas las monarquías de nuestro tiempo.

Muere en medio de una de las más graves crisis de la Gran Bretaña, con el tema del Brexit, la pandemia, la inflación de dos dígitos, la crisis interna que produjo el mal gobierno de Boris Johnson y con el arribo de la nueva primer ministro, Liz Truss.

La Reina ha muerto, viva el Rey.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA

MAAZ