La sociedad mexicana en términos generales se encuentra bajo la poderosa influencia de los medios de información. Comunicación es poder, para formar y mover, compartir conocimientos, datos, alertar sobre un peligro, manipular mentes y voluntades, sumar, eliminar.
Las estrategias de comunicación desde luego son indispensables, para alcanzar el poder, crecerlo, conservarlo, transferirlo o destruirlo.
Comunicar es la más poderosa herramienta que cuenta el hombre para vivir, con-vivir y sobre-vivir, sobre la faz de la tierra. Comunicar es una herramienta multidimensional, que se desliza entre realidad y ficción, verdad o mentira, líneas que desembocan en esa extraña mezcla que se nombra posverdad. Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, desde la óptica ciudadana, resulta ser de la mayor importancia, conocer la calidad y el impacto que produce la información que recibe la población, especialmente niños y jóvenes, quienes, por razones de edad, experimentan procesos naturales de formación en familia, en la escuela y especialmente en la calle.
Aspirar a una mejor sociedad, en conocimientos, valores, cultura y compromiso social, necesariamente pasa por la educación y formación de las nuevas generaciones.
Ambas materias, educación y formación, dependen de esos elementos fundamentales que son, contenidos y estrategias de comunicación.
Durante el proceso de formación de la sociedad, los medios de información son inherentes, por que son, creadores de realidades, que cuerpo y forma a los distintos matícese que constituyen, lo que se conoce, como opinión pública.
El poder tecnológico que concentran los medios de comunicación, reconocidos como el «cuarto poder», influyen directamente en el pensamiento, en la conducta y el sistema de convivencia entre los habitantes de un estado y del mundo.
Por estas poderosas razones, gobiernos y partidos políticos recurren al uso de los distintos instrumentos tecnológicos para desplegar sus estrategias de comunicación política masiva.
Los propósitos pueden ser múltiples; por un lado, comunicar para edificar la nación sólidamente unida, de poderosa identidad nacional, que consensa tenazmente en la pluralidad el rumbo nacional y afianzar en la cultura popular la corresponsabilidad social tan necesaria.
Por el otro lado, la comunicación se puede utilizar también para alentar la polarización, la fragmentación de la identidad nacional, y el fomento de la incertidumbre y la desconfianza. En ambos casos, los propósitos son distintos, en el primero, la prioridad es disponer del poder para el beneficio integral de la nación, en el segundo, la prioridad es conservar el poder.
Frente a los desafíos que impone la realidad, los electores no deben ignorar, que los cambios sociales y políticos que resultan de las elecciones influyen de manera directa en la vida de sus familias y comunidades. Por tanto, más allá de los intereses de partidos políticos, los ciudadanos deberán saber que, soltar el timón de la conducción de sus vidas en sociedad, los puede arrastrar hasta un futuro no deseable.
Trabajar para definir el perfil del ciudadano que requerimos en nuestro país, demanda en primer lugar, estar atento de los contenidos de información que se propagan por gobiernistas y opositores. Pensar, discernir, decidir responsablemente, como ciudadanos de conciencia activa. Desarrollar un activismo ciudadano critico, defensivo y propositivo.
Para construir una mejor nación para todos, indispensables son, ciudadanos de conciencia activa.
POR FERNANDO ALBERTO GARCÍA CUEVAS
COLABORADOR
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