DIPLONOTAS

La política exterior en su cuarto año

Diplomáticos extranjeros esperan empezar a trabajar con la nueva administración, llegue quien llegue

OPINIÓN

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Beata Wojna / Diplonotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El cuarto año del gobierno de López Obrador demuestra que los tiempos de relativa tranquilidad en la política exterior de México, el rasgo característico de la primera mitad de su mandato, pertenecen al pasado. 

En el último año, el Presidente empezó a tener un protagonismo mayor en este ámbito, siendo la coyuntura internacional y las rivalidades en el grupo que hoy gobierna, los que le han impulsado a meterse de lleno en la política exterior. 

La necesidad de adornar la presencia de México en el Consejo de Seguridad de la ONU, así como la presidencia en la Celac, contribuyeron a una mayor actividad del jefe de Estado. 

Asimismo, el inicio del gobierno de Joe Biden en EU revivió las estructuras de diálogo. Como resultado, AMLO estuvo en la ONU para presidir el Consejo de Seguridad, participó en la Cumbre de los Líderes de Norteamérica en Washington, y realizó visitas bilaterales en Estados Unidos, Centroamérica y Cuba. 

Ahora bien, este año, el Presidente logró también enemistarse con los principales aliados de México, demostrándoles que no pueden contar con su apoyo cuando lo necesitan. 

La decisión de no asistir a la Cumbre de las Américas fue un golpe silencioso a la política latinoamericana de Biden. La disputa en torno a la política energética de AMLO ha llevado a EU a solicitar las consultas formales en el marco del T-MEC. 

España tuvo que enfrentarse a la sorprendente propuesta de “pausar” las relaciones bilaterales. La Unión Europea vivió su shock después de la carta del Gobierno de México al Parlamento Europeo, donde  a los eurodiputados se les llamó “borregos”. Los europeos quedaron igualmente decepcionados por la actitud ambigua del Presidente hacia la guerra de Rusia contra Ucrania.

En el contexto marcado por muchas embestidas de AMLO hacia diferentes actores internacionales, tampoco hubo un fortalecimiento de los lazos con América Latina, Asia u otra región del mundo, que se podría traducir en una alternativa viable a los lazos con los principales socios de México. 

Los únicos contentos deben ser, seguramente, los jefes autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, ya que el Presidente mexicano convirtió su defensa en una de las causas visibles de la política exterior mexicana. A todo eso hay que sumar la práctica de repartir los puestos de la diplomacia mexicana, entre los amigos y colaboradores del Presidente con credenciales dudosas. 

Además, parece que han ido desapareciendo las buenas costumbres protocolarias de darles un trato apropiado a los diplomáticos extranjeros acreditados en México. No se responden notas diplomáticas, no se recibe a diplomáticos, con la excepción de unos pocos; se cancelan las reuniones; y no se corren felicitaciones con ocasión de celebraciones importantes. 

Muchos diplomáticos extranjeros esperan que los dos años que faltan para finalizar el mandato transcurran rápido para empezar a trabajar con la nueva administración, llegue quien llegue. 

Ése es el ánimo prevaleciente después del cuarto año de gobierno.

POR BEATA WOJNA

PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES, TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@BEATAWOJNA

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