LA NUEVA ANORMALIDAD

El mismo mono revolcado

La semana pasada, y ante la epidemia global de viruela del mono, la Organización Mundial de la Salud hizo una recomendación

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La semana pasada, y ante la epidemia global de viruela del mono, la Organización Mundial de la Salud hizo una recomendación con dedicatoria: “en el caso de los hombres que tienen sexo con hombres”, advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director del organismo, “reducir el número de parejas sexuales, reconsiderar la posibilidad de tener sexo con nuevas parejas, e intercambiar datos de contacto con cualquier nueva pareja a fin de facilitar el seguimiento de ser necesario.” 

Hasta ahora, la viruela del mono no ha sido catalogada como enfermedad de transmisión sexual, ya que aún ignoramos si el virus puede vivir en el semen o en los fluidos vaginales. Es sabido que el contagio se da por vía aérea, de la madre al feto durante el embarazo, por contacto directo o indirecto con la sangre, o por introducción a la mucosa oral a través de prácticas que van de dar un beso a compartir una cuchara. Cierto es que un encuentro sexual puede entrañar muchas de esas situaciones —intercambio de saliva, una gota de sangre en las sábanas, la piel o la boca— pero también que éstas son parte habitual de las prácticas amatorias heterosexuales como homosexuales.

Los hombres tienen fama de ser más promiscuos que las mujeres, y los homosexuales más que los heterosexuales. Más allá de si eso está por verse, la sexualidad tiene tantas formas como seres humanos hay: muchos hombres son fieles a una mujer o a un hombre (o no tienen pareja), muchas mujeres tienen múltiples compañeros y/o compañeras sexuales, o ninguno. Presuponer la promiscuidad de un grupo humano es, si no discriminatorio, cuando menos perezoso, condescendiente y esencialista.

La OMS no es ni por asomo un organismo discriminatorio, ni Tedros —cuya gestión de la pandemia de COVID-19 saludo— un homófobo… lo que no impide que la declaración resulte de una torpeza extraordinaria. Es posible decir que la promiscuidad conduce a la transmisión del virus, o que el coito anal conlleva mayores riesgos que el vaginal —así es… pero no está circunscrito al sexo entre hombres— sin aludir a una orientación sexual. El asunto no es menor: quien recuerde la emergencia del VIH/SIDA sabrá que argumentos parecidos sirvieron a principios de los 80 para estigmatizar a la población gay, asestarle una condena moral y ralentizar procesos legislativos y de política pública, al costo de muchas vidas.

El lunes la OMS emitió una aclaración: “El riesgo de contraer viruela del mono no se limita a hombres que tienen sexo con hombres: cualquiera que tenga contacto cercano con alguien infectado está en riesgo”. Ya activistas han dicho que la respuesta es pobre y llega tarde. Habrá que seguir vigilantes de ese desarrollo, so pena de que esta enfermedad siga la atroz primera ruta cultural de aquella: devenir el mismo mono, nomás que revolcado.

POR NICOLÁS ALVARADO

IG: @nicolasalvaradolector

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