COLUMNA INVITADA

El espíritu del pueblo y de la tierra cobran vida en la Guelaguetza, ¡de Oaxaca para el mundo!

De la misma forma, cada región comparte su música, sus intérpretes, sus bailables y lo mejor de nuestra tierra, con grandes atractivos culturales, deportivos y turísticos para todos

OPINIÓN

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Raúl Bolaños-Cacho Cué / Opinión / El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Es un hecho que, el evento anual por excelencia que da distinción, pertenencia y unidad a las identidades tan diversas de las 8 regiones y las etnias del estado de Oaxaca, es la Guelaguetza. Una verbena tradicional de esta tierra, que se celebra en el mes de julio, posterior a las fiestas de la virgen del Carmen, y que goza de gran popularidad en todo México y el mundo entero.

Su nombre proviene del vocablo zapoteca “guendalezaa” que significa ofrenda, cooperación, por lo que el espíritu de esta festividad se demuestra en la colaboración y contribución de las comunidades y se reafirma en la voluntad de compartir lo que cada región produce con todos los asistentes. 

La música, el gran colorido de nuestros atuendos típicos, la cosmogonía de nuestros pueblos originarios, el sonido armonioso de sus lenguas, así como su relación virtuosa con el entorno y la naturaleza, se plasman en los bailes que se dan lugar en el Auditorio Guelaguetza del Cerro del Fortín durante los “Lunes del Cerro”. Estas fiestas proyectan la magia de nuestro pasado prehispánico, el sabor de la época colonial y la visión contemporánea que apunta hacia el porvenir, de un estado muy diverso en sus regiones, muy complejo en sus costumbres, muy vasto en su cultura, pero que en esta época reencuentra la unidad en su espíritu originario. Para las personas, las etnias y las comunidades, esta es la mayor fortaleza del encuentro año con año.   

Así como desde 1932, cuando se dio origen a este festejo como lo conocemos, con motivo de los 400 años de la Ciudad de Oaxaca, y después de haberse suspendido las celebraciones presenciales en 2020 y 2021 debido a la pandemia por COVID-19, por fin este 2022 oaxaqueñas y oaxaqueños de los 570 municipios que componen los Valles Centrales, la Costa, Sierra Norte y Sur, la Cañada, el Istmo y la Cuenca, se reúnen una vez más en la capital del estado para conmemorar, y darle todo el lucimiento, al festejo que es un símbolo de esta tierra rica en tradiciones, arte, cultura, gastronomía, biodiversidad y espíritu nacional. El estado se prepara para recibir visitantes nacionales e internacionales, para compartir toda su música, bailes, colorido, aromas y sabores incomparables, en una edición más de la Guelaguetza, que en su última versión presencial alcanzó prácticamente los 140 mil asistentes. 

Propios y extraños asistimos puntuales a la cita para disfrutar de la Danza “Flor de Piña”, un impresionante baile de la región de la Cuenca, mi tierra, interpretado por hermosas jóvenes cuenqueñas, ataviadas de vistosos huipiles elaborados en telar de cintura y que, con una piña al hombro para adornar sus movimientos suaves y cadenciosos, hacen de la pieza musical todo un espectáculo.

Indudablemente, la Danza de la Pluma es también un baile tradicional imperdible, se le considera nuestra danza por excelencia, joya de las tradiciones oaxaqueñas. En ella, apreciamos 2 grupos de danzantes ataviados de vistosos atuendos, coronados con grandes penachos multicolores, que representan la lucha entre mexicas y españoles. Es la batalla de la conquista, en la que también participan 2 mujeres: la Malinche y la Cihuapili o mujer noble.

De la misma forma, cada región comparte su música, sus intérpretes, sus bailables y lo mejor de nuestra tierra, con grandes atractivos culturales, deportivos y turísticos para todos.

Hablar de Oaxaca y la Guelaguetza, es complejo e interminable. Es origen y destino, es vanguardia y tradición, es un cúmulo de sabiduría y herencia ancestral que se comparte con el mundo pero que sólo comprendemos quienes hemos tenido el privilegio de nacer en esta tierra: la unidad. Es momento de vivirla.

POR RAÚL BOLAÑOS-CACHO CUÉ

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