ANÁLISIS

(Des) información es poder

Así, quien consume violencia, probablemente será parte activa de ella; los que evitan profundizar en temas relevantes y prefieren la versión de un “influencer”, desestimarán otros argumentos

OPINIÓN

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Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

“La información por sí sola no ilumina el mundo. Incluso puedo oscurecerlo. A partir de cierto punto, la información no es informativa, sino deformativa”, dice el lúcido filósofo coreano – alemán Byung-Chul Han [No-cosas, Ed. Taurus, 2021].  Y resulta que vivimos en un mundo en que difundir información es ejercicio cotidiano; ineludiblemente, estamos sometidos a la metralla de la sobreinformación que deviene en “sobredesinformación”.

Byung-Chul Han también recuerda que la palabra precede a la acción. En resumen, lo que escuchamos o leemos rige en gran medida nuestro actuar. La inmediatez y la fuerza de la “información” cotidiana afectan la psique de millones, sea a través de unos cuantos caracteres o con pegajosas cantaletas o peroratas.

Así, quien consume violencia, probablemente será parte activa de ella; los que evitan profundizar en temas relevantes y prefieren la versión de un “influencer”, desestimarán otros argumentos. Quienes reniegan de prácticas sociales del pasado por considerarlas arcaicas, niegan la posibilidad de restablecer entornos más pacíficos, como los que con nostalgia se invocan en sobremesas. Esos tiempos de niños jugando en las calles y de posibilidad de ir y venir libres del temor a morir en el intento.

Sin afirmar que todo pasado fue mejor, sí existe un cambio muy marcado en la sociedad a partir de la sobreinformación que impone modelos de comportamiento en tiempo récord. 

Lo que debió ser un avance para la humanidad, nos ha convertido en entes cada vez más polarizados; en seres humanos desinteresados por el origen de las cosas, pero listos para gritar sus aparentes consecuencias.

Estoy convencido de que algo cambió hace ya muchos años cuando la gente abandonó la plaza pública y abarrotó la plaza comercial. La sobreinformación enfocada a conocer hábitos de consumo y establecer patrones de comportamiento como negocio, puede explicar esa transformación.

No critico a los menores de edad que piden a gritos una bebida de Starbucks para llevarla en la mano mientras recorren aparadores viendo lo que no pueden comprar, pero sí a los padres que sucumben y no evitan esa espiral hacia el vacío en que se ha convertido la nueva sociabilidad.

La sobreinformación hace que se cumpla esa máxima de que “los extremos llevan su opuesto”. Por mucho tiempo se pensó que poseer información equivalía a tener poder. Cuanto más se sabía, existían más posibilidades de influir. Hoy parece que el paradigma está roto. La saturación de información genera desinformación en el receptor. Sin embargo, quienes planifican esa sobresaturación con fines de negocio pasan por su mejor momento. 

El tema merecería ser de los puntos más relevantes en la agenda de las instancias de seguridad. El ruido y el toque de espectacularidad con que se anuncian y difunden fechorías generan una saturación tal, que dejan poco margen para el mensaje institucional y construir ese puente necesario de confianza con la sociedad.

No tomar medidas contra la información “deformativa”, constituirá un nuevo orden, peligroso y nocivo. El que responda a la consigna de que “desinformación es poder”.

POR MANELICH CASTILLA CRAVIOTTO

COLABORADOR

@MANELICHCC

PAL

 

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