Este otoño de 2022, los EEUU y China, llevarán a cabo procesos políticos de gran importancia para sus respectivos presidentes.
En el caso estadounidense habrá comicios intermedios que determinarán el control del Congreso, mientras que China celebrará el XX Congreso del Partido Comunista (PCCh) en el que el presidente Xi Jinping busca reformas que le permitirían un tercer término, sin precedentes desde la época de Mao Zedong, el “Gran Timonel”.
Para el presidente Joe Biden, las próximas elecciones intermedias son fundamentales para buscar su reelección en 2024. Las medidas políticas asumidas por su administración, para tratar de reconstituir las desarticulaciones generadas por su antecesor, apenas comienzan a dar resultados y se relacionan, tanto con la crisis de la pandemia como la reestructuración de relaciones con aliados tradicionales, las controversias políticas con China, países medio orientales y latinoamericanos.
Biden ha asumido nuevos retos políticos, incluso algunos tan riesgosos como su papel en el reposicionamiento de la alianza atlántica (OTAN) y su apoyo a Ucrania frente a la invasión de Rusia; su renovado compromiso con Taiwán, a través de la visita hecha por Nancy Pelosi, líder de la Cámara baja, pese a las advertencias chinas de “no jugar con fuego”.
El panorama para el presidente Xi, que busca convertir a China en potencia mundial antes del centenario de la revolución de 1949, se ha tornado diferente. Su economía enfrenta una compleja situación, debido a una baja en el crecimiento debido al impacto de casi dos años de estricta política de “COVID Cero”, como por la aplicación de medidas redistributivas dictadas por las casi olvidadas doctrinas económicas maoístas, que han inhibido el desarrollo de las grandes corporaciones, nacionales y extranjeras. La situación parece haber generado un descontento con eventuales repercusiones sociales.
El reiterado apoyo de Xi a la injustificable y fallida agresión militar del gobierno ruso de Vladimir Putin a Ucrania, también es un factor a considerar como un riesgo para su reelección. Para algunos, sería una muestra de debilidad del PCCh el reelegir a un líder que pierde su visión de futuro al apuntalar a un invasor fallido con traumas neocolonialistas.
La reciente visita de Pelosi a Taiwán, a pesar de la advertencia china, marca una nueva etapa en el duelo sino-americano: Biden busca hacer crecer su fuerza y popularidad ante su electorado y hacia el exterior; Xi busca hacer lo propio ante sus electores del PCCh con sus advertencias y amagos militares alrededor de la isla de Taiwán, que de paso alarmaron a Japón.
Hay tensión política entre las dos potencias. En ambos casos, sus líderes buscan permanecer en el poder, a costa incluso del riesgo de una nueva guerra mundial donde no habría ganadores.
Ambos países, como Rusia, poseen armamentos de muy gran calado, lo que no cancela la posibilidad que otros poseedores de altas tecnologías también dispongan de ese tipo de armamentos, lo que complica aún mas el panorama.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
MAAZ