DE LEYENDA

El juego del futbol

Como ya dijimos, a veces se pierde en el futbol, pero hay formas de hacerlo, y ésta es una de las peores maneras. Todos saben que la afición azul es sufrida, pero no puedo comprender cómo hemos llegado aquí, cuando apenas hace dos años se rompió la maldición y fuimos campeones

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El futbol a veces es mi lugar seguro, es un mejor lugar, salvo cuando tu equipo pierde 7-0 un sábado cualquiera de la jornada regular.

Amo el futbol, me emociona sentarme el sábado a ver los partidos en completa tranquilidad. Muchas veces, disfrutando de ese momento he pensado que estoy en mi día favorito de la semana, haciendo una de mis actividades favoritas. Es verdad que a veces ese disfrute implica un poco de sufrimiento. Pasa que a tu equipo le meten un gol, o tu delantero favorito falla el tanto. De vez en cuando hay una falta grosera, y te indigna si no la marcan. Todo eso es parte del juego, como también lo es perder. Como en la vida y en todo, en el futbol a veces se pierde y otras se gana. En realidad, es más fácil perder que ganar y eso también se acepta. Ocurre que hay una expectativa razonable de lo que podría llegar a pasar en un partido entre equipos que compiten en la misma liga y de características que se imaginan similares.

El problema es cuando lo que pasa en la cancha se sale de esa expectativa. Eso ocurrió ese sábado. El gol de Richard Sánchez al minuto 15, estaba dentro de un guión posible, incluso, el de Jonathan Rodríguez, siete minutos después. Irnos al descanso 3-0 y con una expulsión fue muy pesado, pero lo que ocurrió en el segundo tiempo resultó doloroso y humillante.

Como ya dijimos, a veces se pierde en el futbol, pero hay formas de hacerlo, y ésta es una de las peores maneras. Todos saben que la afición azul es sufrida, pero no puedo comprender cómo hemos llegado aquí, cuando apenas hace dos años se rompió la maldición y fuimos campeones.

Reconozco que el resultado amargó mi fin de semana. Tengo amigos aficionados a los Pumas y, en este momento, es fácil hablar con ellos, despotricar, enfadarnos y desahogarnos. Y con ese ánimo llegaron las imágenes de La Noria. Quiero dejar claro que condeno y siempre condenaré la violencia que orbita en torno al futbol.

Por mucha indignación, frustración y malestar que se tenga, no considero que sea posible justificar que los jugadores y cuerpo técnico de los equipos sean increpados y hostilizados personalmente. Dejando eso claro, también reconozco que sí conecto con la frustración.

Mucha información fluyó a raíz de esos eventos. El club despidió a Diego Aguirre y a su cuerpo técnico, que no alcanzaron a cumplir tres meses en el cargo. Y también llegaron muchas manifestaciones de jugadores y de su entorno.

Las que más me hicieron pensar fueron las de Joaquín Shaggy Martínez. Él cuenta, entre otras cosas, que en la escuela su hijo recibe burlas de sus compañeros por los malos resultados del equipo. He sido aficionado del Cruz Azul desde niño y profesionista desde hace muchos años. Soy padre también. Como aficionado he recibido burlas y memes durante largas temporadas. Como profesional he cometido errores, como otros, como todos y también he tenido malas rachas, pero mis errores en el trabajo jamás han provocado que se burlen de mis hijos en la escuela.

Pensar en ello me dolió más que la derrota del Cruz Azul. Y eso me llevó a ese momento, el sábado en la tarde, sentado en mi sala disponiéndome a ver un juego. Amo el futbol en parte por eso, porque es un juego. Tras una semana difícil, a pesar de mis problemas personales, laborales, económicos e, incluso, familiares, siempre puedo tomar un respiro viendo el partido. De una forma muy rara, muy especial, ver el juego me permite a veces salir de mi mundo y entrar a otro durante al menos 90 minutos. En ese mundo aparte, de pasto verde y espacios amplios, es común que el mayor problema al que te puedes enfrentar es que una pelota blanca y negra cruce o no el plano que se forma entre una línea en el piso y una estructura de tres palos.

Eso me hizo caer en cuenta de una cosa. Los espacios de futbol son especiales, la ropa que usas para jugarlo también lo es. Las reglas son distintas. Se trata de construir un lugar aparte. Incluso si se disfruta de la experiencia en casa o se acude al estadio, los aficionados tenemos algunas pequeñas ceremonias para ver los juegos.

Uno de mis mayores enojos con el equipo es que no hayan salido con actitud competitiva, a plantar cara, como se dice, y entonces caí en cuenta de que para los jugadores éste es su trabajo.

Creo que todos sabemos que a veces levantarse de una mala racha laboral es difícil. La mente se satura, no podemos ver las cosas con claridad, quizá la solución está ahí, pero simplemente no la encontramos. La serie de pequeños tropiezos y preocupaciones nos empieza a afectar el ánimo y eso sólo empeora la situación. Es un círculo de negatividad del que es muy difícil salir.

No creo que como afición debamos ser complacientes y dejar de exigir buen juego, y resultados, queremos que nuestro equipo gane y haga un buen papel y eso alimenta la industria; sin embargo, quizá debamos reflexionar sobre si para poder disfrutarlo de la mejor manera posible no sería necesario dejar el futbol en las canchas o en las televisiones. Cuando se sale de esos espacios y se invaden otros, muchas veces es para generar desilusión y malestar.

Yo no sé cómo hemos llegado a esta situación y tampoco sé cómo saldremos de ella, pero quizá ayudemos más al equipo si dejamos que los jugadores se concentren en la siguiente jugada y no se preocupen pensando en lo que sus hijos y familia enfrentaran si pierden, o si alguien los violentará al salir del entrenamiento.

El futbol es un deporte en equipo y la afición es parte de él. Tal vez tengamos que buscar formas mejores de vivir esa afición y, sobre todo, recordar que amamos el futbol, porque no es como la vida, porque suponemos que es un lugar mejor.

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924

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