COLUMNA INVITADA

Seriedad y no corcholatas

Parece existir una consciencia de que se necesitan perfiles serios, que se contrapongan a la obnubilación, la soberbia y la ignorancia en el gobierno

OPINIÓN

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Georgina Trujillo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Un síntoma claro del desgaste democrático es la degradación sistemática del debate político. Las riendas de nuestras instituciones son tomadas, poco a poco, por personas con menos preparación, menos conocimiento y todavía menos claridad del rumbo al que, como sociedad, debemos dirigirnos.

Deberíamos debatir seriamente cómo sortear la crisis económica, la corrupción que claramente no se ha ido del gobierno, el escandaloso desabasto de medicinas, las pésimas condiciones del aparato de salud; o bien, las ocurrencias que se pretenden implementar en el sector educativo. 

El diálogo nacional es una esquizofrénica repetición de frases populistas y chismes electoreros. Se habla de 2024 como si a este gobierno se le hubieran acabado las ideas. Sólo que ahora ya no hablamos de candidatos con altura de miras, sino de simples corcholatas al servicio de un Presidente ahogado en su propio ego.

A pesar de que la oposición queda atrapada muchas veces en este diálogo político infructuoso, hay algunos síntomas de vida y voluntad para organizarse. Parece existir una consciencia general de que se necesitan perfiles serios, que se contrapongan a la obnubilación, la soberbia y la ignorancia en el gobierno. 

No es casualidad que en la generalidad haya caído bien, tanto en medios de comunicación como en el ambiente político en general, el destape a la Presidencia de la senadora Beatriz Paredes. 

Exgobernadora de Tlaxcala, conocedora a fondo del concepto de justicia social y de las políticas públicas que la procuran. Diputada local, diputada federal cuatro veces y expresidenta del Congreso de la Unión. Fue subsecretaria de Reforma Agraria y de Gobernación en dos ocasiones, embajadora en Cuba y Brasil, y presidenta del Parlamento Latinoamericano. 

Una mujer como pocas, precursora en muchas maneras. Un perfil político considerado histórico. No muy cercana al sexenio anterior, pero constructora de su llegada al poder. Tomó las riendas del PRI nacional en días tan complicados como los que vive ahora su partido. Fue capaz de reagrupar a la militancia y obtener logros electorales para preparar el regreso del tricolor a Los Pinos. 

Sabe qué significa ser oposición y desde ese lugar sabe cómo ganar. Su perfil de estadista le brinda claridad del momento histórico del país. Su carrera le ha permitido ganarse el respeto de sus correligionarios y de contrincantes. Nunca encabezó una oposición que dividiera, sino que construyó acuerdos: característica tan necesaria en este México donde cada vez nos entendemos menos. 

Beatriz Paredes es lo rescatable del PRI, cuyos errores no se pueden negar, pero ahí, ella representa la identidad de un instituto político desesperado por reencontrar el rumbo. Y si hay alguien que tiene la capacidad de agrupar a otros partidos en torno a un proyecto común, es precisamente ella. 

Falta mucho camino para la construcción de una candidatura, pero es cierto que México está preparado para su primera mujer presidente. Lo que ya no podemos aceptar son las corcholatas de alguien que, no sólo no aportó nada a nuestro país, sino que es responsable de sumirlo en un abismo más profundo. La posible candidatura de Beatriz trae esperanza para el debate de altura y un mejor futuro.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLO

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