MALOS MODOS

Lealtad al fantasma, de Enrique Serna

Un libro brillante, pues, de esos que se leen con una sonrisa y, si uno está ya en ciertos momentos de la vida y es hombre, al mismo tiempo con, al menos, un rictus de preocupación

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En 2019, Enrique Serna publicó El vendedor de silencio, una novela que se volvió muy exitosa y que tiene como centro la historia infame de Carlos Denegri, una especie de padre fundador del periodismo corrupto a la mexicana que murió asesinado por su esposa, en 1970, luego de someterla a la más repugnante violencia machista, como a tantas mujeres más.

El éxito fue muy merecido por el retrato vitriólico de aquel priismo ultramontano, por el del estamento político en su totalidad, del que Denegri fue a la vez gatillero y verdugo, según el momento y sobre todo según la pedrada, y por el de los usos y costumbres de aquella prensa, arrastrada casi sin excepción a los pies del poder político.

Hay, sin embargo, un ingrediente no menor en el libro, aunque menos comentado, que es el de la masculinidad idiota en decadencia, que le da otra capa de gracia y sofisticación. Denegri, mujeriego, prepotente, escritor talentoso e inmoral, violento hasta los extremos, cínicamente rico a punta de chayotazos y extorsiones, aparece ante el lector en sus años decadentes, con la sexualidad en retirada, el cuerpo roto a tragos y la cabeza convertida en una continua pelea consigo misma. Por eso, justamente, 

El vendedor de silencios es un libro muy de Serna, el mejor retratista literario de la decadencia viril. Como es muy de Enrique el libro que se asoma de poco tiempo acá por las librerías, un volumen de cuentos sobre –primero que nada– hombres en decadencia, y más ampliamente sobre el amor y sobre el sexo, de nombre Lealtad al fantasma.

En efecto, antes, Enrique, acidísimo, ha retratado machotes en caída libre en, por lo menos, El seductor de la patria, con un Santa Anna ciego y anciano; sin duda en La sangre erguida; y en alguna proporción en El miedo a los animales, ese prodigio de mala leche sobre el mundillo literario, todas ellas novelas. Ahora, nos recuerda que es un cuentista realmente muy dotado, algo que sabíamos por Amores de segunda mano y La ternura caníbal. 

Lealtad al fantasma está poblado por matrimonios que se detestan y se mantienen en pie por el amor patológico a un perro, lomos plateados que de pronto se ven físicamente imposibilitados a seguir regando la semilla por las camas de Cuernavaca y profesores con pulsiones lolitescas que –evito los spoilers– no son, ni de cerca, quienes pensaban ser. Son cuentos redondos, con una envidiable verosimilitud para el retrato de costumbres y una más envidiable ironía, implacables, con unas cuantas vueltas de tuerca de esas que exigen mucha pericia técnica.

Un libro brillante, pues, de esos que se leen con una sonrisa y, si uno está ya en ciertos momentos de la vida y es hombre, al mismo tiempo con, al menos, un rictus de preocupación. Corran a comprarlo.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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