CASCABEL AL GATO

La política económica de la transformación (Parte 2)

Los mecanismos redistributivos son instrumentos valiosos que ayudan a cambiar la vida de muchas personas en nuestro país. El esfuerzo empleado en explicarle esta cuestión elemental a la derecha no debe, sin embargo, impedir que vayamos más allá

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace algunas semanas en este mismo espacio planteábamos la necesidad de pensar una política económica post neoliberal. Pretender resolver la dinámica de precarización e incremento de las desigualdades que este modelo económico genera acudiendo exclusivamente al ensanchamiento de la política social equivale a querer frenar una inundación con una cubeta. En algún momento el agua terminará por alcanzarnos.

Los mecanismos redistributivos son instrumentos valiosos que ayudan a cambiar la vida de muchas personas en nuestro país. El esfuerzo empleado en explicarle esta cuestión elemental a la derecha no debe, sin embargo, impedir que vayamos más allá.

Para ello es necesario revisar nuestros propios saberes, mismos que durante estas décadas fueron formados a imagen y semejanza de las necesidades del modelo neoliberal. Para ello, proponíamos (volver) a entender a la economía como una ciencia cuyo objeto es la organización social del trabajo.

Una adecuada fundamentación de esto quedará pendiente para un espacio más apropiado, pero por ahora basta con tener presente el sentido práctico de esta afirmación: es necesario devolverle al trabajo su valor social, no sólo como creador de valor, sino como una de las instituciones sociales más fundamentales.

La economía debe preocuparse por la integración social del pueblo a través del trabajo. Las tres formas de propiedad que reconoce nuestra Constitución (pública, privada y social) son el fundamento legal de los diferentes circuitos de trabajo que es necesario integrar y nos marca la naturaleza mixta del modelo económico que debemos construir.

Para los estudiosos de este paradigma, la economía mixta integra tres sectores: la economía pública-estatal, orientada hacia el bien común a través de la producción de bienes y servicios públicos; la economía empresarial orientada a obtener ganancias mediante el empleo formal; y la economía popular-solidaria que tiene como fin asegurar de las condiciones dignas de reproducción de la vida.  

La economía empresarial subordinada a las leyes de la oferta y la demanda representa un mecanismo necesario, pero sumamente ineficiente de asignación de trabajo. El Estado también tiene un límite para que pueda funcionar como un verdadero complemento a este circuito. Tal vez la economía popular y solidaria sea la que ofrezca el mayor potencial para convertir a México en una verdadera nación trabajadora.

Un dato: actualmente la propiedad social representa el 51% del territorio nacional. Legado revolucionario que la reforma salinista no pudo destruir. Sin embargo, el abandono del campo con la consecuente migración de millones de compatriotas, lo vuelven un gigante dormido que es necesario poner de píe.

Pero no hay que confinar a la economía social y popular únicamente al trabajo agrario. Este tipo de economía que puede adaptarse a las necesidades y dinámicas urbanas como de hecho lo muestran muchas de sus manifestaciones actuales.

Tener una política económica que favorezca la institucionalización de la economía social puede ser una vía interesante para abrir las brechas necesarias que nos permitirán salir de ese árido desierto que es el neoliberalismo.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
COLABORADOR
@ADRIANVR7

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