DESDE AFUERA

Le pego a Ken para que entienda AMLO

Los embajadores estadounidenses suelen tener una enorme presencia política en México

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cuáles son las implicaciones del crítico artículo que The New York Times dedicó a la aparente cercanía entre el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, y el presidente Andrés Manuel López Obrador?

Los embajadores estadounidenses suelen tener una enorme presencia política en México, y Salazar no es la excepción. Al contrario, tal vez sea uno de los que han tenido mayor perfil, sobre todo, a partir de sus frecuentes viajes por todo el país y sus encuentros con personajes de la política, la economía y la sociedad en general.

Destaca ciertamente su relación con López Obrador, al grado que para muchos lo que trata es de obtener con cortesías y simpatías hacia el mandatario la cooperación que el presidente Donald Trump logró a base de presiones.

Pero, al mismo tiempo, hay quienes en Estados Unidos creen que ha ido demasiado lejos en su acercamiento.

"Hay una creciente preocupación en la administración de (Biden) de que el embajador puede haber comprometido realmente los intereses de Estados Unidos en el proceso, y no ha aprovechado la relación para ganar políticas cuando el Presidente de EU más las necesita", señaló The New York Times.

En ese sentido, tanto o más que una crítica a Salazar es un ataque a las políticas de López Obrador.

Lo cierto es que el embajador camina por una línea peligrosamente delgada, que lo hace tanto abogado del Presidente mexicano ante sus jefes como portaestandarte de una política que no parece del todo definida y que es sacudida por las demandas de inversionistas frustrados.

La cercanía de Salazar con López Obrador no parece haberse reflejado en las posiciones o la retórica del mandatario mexicano, sea en lo que se refiere a la invasión rusa de Ucrania, su política energética o su ausencia en la reciente Cumbre de las Américas, en Los Ángeles. Ambas posturas contribuyeron a la imagen de debilidad que los republicanos y algunos demócratas atribuyen al gobierno del presidente Biden.

La otra cara de la moneda, sin embargo, es que Salazar es uno de los pocos aliados que el gobierno de López Obrador tiene en el seno del gobierno estadounidense, donde su retórica y sus acciones han sido frecuente causa de irritación, de la oferta de asilo a Julian Assange a la política de "abrazos, no balazos" y sus consecuencias.

Los choques de López Obrador con Organizaciones No Gubernamentales, especialmente las dedicadas a derechos humanos y medio ambiente, sus confrontaciones con influyentes legisladores estadounidenses, no lo han ayudado ciertamente a construir puentes y alianzas que ahora se reflejan en una visión negativa de su gobierno.

Pero, al mismo tiempo, una de las constantes de la política estadounidense es tratar de evitar acciones que puedan tener efectos desestabilizadores en México y traducirse, por tanto, en uno de los mayores problemas que pudiera enfrentar una administración estadounidense: una migración masiva en su frontera sur. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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