ANOREXIA CEREBRAL

El poder de la repetición

Aprendemos a escribir a través de la repetición. Cien planas de la A, 200 planas de la B. En esta te saliste del renglón, borra y hazlo de nuevo. Y así, sucesivamente…

OPINIÓN

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Tesi Tafich Romo / Anorexia Cerebral / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo mismo sucede cuando aprendemos algo desconocido, me atrevo a decir que por medio de ella aprendemos casi todo lo que somos hoy, ya que en la mayoría de los procesos se encuentra la reiteración.

¿Por qué? Está comprobado científicamente que la repetición nos apoya en el aprendizaje.

Como seres humanos, estoy convencida de que somos proceso y durante el periodo de nuestra vida, aprendemos por medio de la observación y la repetición. Lo mismo pasa con nuestras historias, las contamos una y otra vez, y a través de esta reiteración también llega la sanación, pues es verdad que entre más contamos nuestras historias o vivencias, el inconsciente ya no registra el recuerdo como un suceso del momento presente, si no que, lo transforma en un hecho (sin emoción) y por medio de la repetición sanamos el sentimiento que nos provocaba la situación.

La repetición está en todas partes. Y sí, yo sé que en la variedad está el gusto, sin embargo, como bien dicen: somos animales de costumbres y la costumbre es eso, una reproducción constante de algo que, incluso no nos gusta, pero que es lo que nos acomoda en nuestra zona de confort.

La inteligencia y la convivencia, que algunas veces logran ponerse de acuerdo, llegan a la misma conclusión: dejar ordenado y limpio lo que se volverá a usar. Por eso el vivir, que es lo único que no dejamos de repetir, a medida que va transcurriendo, es oportuno irlo ordenando y acomodando.

Revisar nuestro pasado a veces nos puede funcionar para analizar nuestros movimientos, insistencias y lecciones. Lo paradójico es que muchas veces no queremos mirarlo, pero en ocasiones nos dedicamos a admirar lo que otros nos dejaron: libros, obras de artes, visitamos museos, exhibiciones, monumentos, etcétera. Y analizando lo anterior, he llegado a la siguiente analogía: Todos hemos sido ex bebés, ex niños, ex compañeros, ex adolescentes, ex parejas. Cada ex marcó nuestra línea del tiempo personal y es, sin duda, el suceso que nos hace ser quienes somos en la actualidad y, nos guste o no, hay un patrimonio irrepetible que, para bien o para mal, es también la huella de nuestra esencia, es parte del ADN de nuestra raíz, combustible de lo que transpira nuestra existencia.

De repente cae bien ¨detener el tiempo presente¨, mirarlo de frente y pedirle que nos brinde la oportunidad de ordenar el pasado. Y no estoy diciendo que nos quedemos en él, ni en las fotos y recuerdos, pues como lo escribí hace un tiempo en una de mis frases: la cabeza donde el cuerpo está; una cosa no tiene que ver con la otra. En cambio, es verdad que hacer consciencia del pasado nos da la oportunidad de airear y limpiar lo vivido para reconocer y empezar a construir desde un nuevo lugar. Porque vivir es lo único que siempre vamos a repetir mientras respiremos, así que te invito a que te cuestiones, ¿desde qué lugar lo quieres hacer? Desde la consciencia de que el pasado es parte de nosotros, pero no es un lugar de residencia, o desde la repetición de lo ya fue y no volverá a ser.

TESI TAFICH ROMO
tesi@frontdesk.mx
IG: @tesitafich

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