COLUMNA INVITADA

¿Honor familiar?

El presidente López Obrador fue respaldado por numerosas voces que nos oponemos al uso de los menores de edad como objeto de la saña pendenciera

OPINIÓN

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Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Al defender a su hijo menor, Jesús Ernesto López Gutiérrez, quien una vez más fue víctima de maltrato en redes sociales, el presidente Andrés Manuel López Obrador soltó una frase que merece analizarse: “Sale en una foto y con saña lo atacan, eso es una cobardía, el problema es conmigo, no con él; hasta en las verdaderas mafias se respeta a la familia”, dijo el Presidente en un evento celebrado en Acapulco, Guerrero. La saña con que se ataca a un menor de edad es injustificable.

Las familias, especialmente los hijos, de quienes detentan el poder, no deberían por ese solo hecho ser receptores del humor social de forma tan desproporcionada. Es, en efecto, un acto de cobardía. Lo es hoy y lo ha sido siempre. Basta un repaso a la historia del país para cerciorarnos de que no ha habido excepciones. Empero, la masificación del uso de plataformas tecnológicas de fácil acceso a través de teléfonos o computadoras, actualmente potencializan la velocidad —y estragos— de los ataques.

Sin embargo, hay algo en el argumento presidencial sobre lo que debe recaer una aclaración, y es el referente a que “hasta en las verdaderas mafias se respeta a la familia”. Nada es más falso. El crimen organizado simula valores, no los practica. Sus supuestos “códigos de honor” no son más que medidas de control al interior del grupo y no un rasgo virtuoso del mismo.

La idea popularizada de que el crimen organizado opera bajo ciertos “valores” nace de la pantalla grande, cuando la película El Padrino irrumpe en el escenario de Hollywood y retrata a la mafia italo-americana como una “familia” que, si bien se dedicaba a negocios ilícitos, tenían una sólida base axiológica. La propia trama daría ejemplos de lo contrario: Michael Corleone asesina ni más ni menos que a su propio hermano y ordena la muerte de su cuñado el mismo día que funge como padrino de bautizo del hijo de su hermana, a quien convirtió en viuda.

Así que, algo parecido a valores familiares, respeto por la sangre o cosa similar, no son precisamente el sello de la casa en las mafias. El presidente Andrés Manuel López Obrador fue merecidamente respaldado por numerosas voces que nos oponemos al uso de los menores de edad como objeto de la saña pendenciera propia de estos tiempos virtuales y vertiginosos. Pero al mismo tiempo, se debería señalar que no es propio de un mandatario dotar a los criminales de aquello que carecen, que es precisamente honor y respeto por los demás.

México puede dar cuenta de decenas de casos en que grupos criminales han asesinado a familias completas de rivales o de sus propias organizaciones, argumentando traiciones o desobediencia. Por citar un ejemplo, el brutal asesinato de la esposa e hijos de El Güero Palma.

En resumen, es cobarde atacar a menores de edad por el hecho de pertenecer a la clase gobernante, cierto, pero en ello no cabe argumento que dote al crimen organizado de honorabilidad. No la conocen, ni les interesa ejercerla.

POR MANELICH CASTILLA

COLABORADOR

@MANELICHCC

MAAZ

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