COLUMNA INVITADA

¿Cuánto vale la vida?

El ser humano debe ser respetado, protegido y promovido durante todo su ciclo vital

OPINIÓN

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Cecilia Romero / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado 24 de junio, el Tribunal Supremo de Estados Unidos revocó la sentencia Roe vs. Wade, que en 1973 declaró el aborto como derecho constitucional.  La determinación envía la facultad de regular el aborto “al pueblo y a sus representantes electos”, puesto que la Constitución no confiere dicho derecho, concluyen los jueces.

Será ahora facultad de cada uno de los Congresos estatales legislar sobre el tema y revisar, fortalecer o modificar sus leyes al respecto.  La trascendental decisión es el comienzo de un largo camino en medio de la lucha electoral en Estados Unidos, y la creciente polarización entre conservadores y progresistas en ese país.

Sorprende, en los intensos debates que se han desatado a raíz de este fallo, la ausencia de expresiones sobre el valor de la vida. Se habla del derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, del creciente número de abortos clandestinos que habría si se penaliza, pero no del concebido.

En esta gran discusión, que ya tiene repercusión en México, debemos abordar el problema de manera integral.  El discurso olvida con frecuencia el argumento, y se limita a expresiones contra la posición contraria.  Al calor de la discusión, se deja de lado la idea de convencer, y se lanzan baterías para vencer. 

En debates serios sobre el aborto, los partidarios de su legalización afirman que nadie está en realidad a favor, pero que debe considerarse como una última salida. Si esto es así, debemos entonces abocarnos a buscar opciones diferentes a esta “última salida”.

Un elemento fundamental del cual partir es el de reconocer una vida en gestación. 

Los avances científicos nos permiten afirmar con seguridad que el nasciturus, “el que nacerá”, es sujeto de derechos, que podrá ejercer al alcanzar su madurez. 

Otro punto de gran importancia es ampliar la visión respecto a la defensa de la vida. El ser humano debe ser respetado, protegido y promovido durante todo su ciclo vital. La vida de la madre embarazada, del adolescente, del no nacido, del anciano, de las personas con discapacidad, de los niños, de los migrantes. Toda vida, desde la concepción hasta la muerte, merece y exige nuestro mayor empeño.

La vida no cuesta, no la podemos comprar, no tiene precio.  Los más ricos, y los más olvidados, todos mueren; no hay dinero, ni tratamientos, ni hospitales que garanticen un minuto más de vida a nadie.  La vida no cuesta, la vida vale, y ese valor radica en la dignidad, idéntica para todos.

Por respeto a esa vida, se impone la búsqueda incansable de opciones para evitar el aborto; atención a las madres embarazadas, políticas públicas comprehensivas, información adecuada, soluciones prácticas y accesibles, corresponsabilidad del padre, preparación a la familia para acoger y apoyar, empleo, adopción…

Educación, amor, comprensión.  Y no criminalización para aquella que recurra a la “última salida”.     

CECILIA ROMERO CASTILLO
COLABORADORA
@CECILIAROMEROC

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