COLUMNA INVITADA

Colillas de cigarros, ¿Contaminación o materia prima?

Hablar del derecho al espacio público implica la correspondiente obligación de la Autoridad

OPINIÓN

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Gaby Salido / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hablar del derecho al espacio público implica la correspondiente obligación de la Autoridad de garantizar que sea accesible y seguro, pero debe también vigilar que se encuentre en condiciones higiénicas y de limpieza que permitan usar adecuadamente los espacios.

Así, garantizamos que todos los espacios públicos puedan cumplir con su objetivo; algunos recreativos, culturales, lúdicos, de movilidad, o de aporte al medio ambiente de una comunidad. Si los espacios no se conservan en condiciones higiénicas como n el caso de parques, jardines o áreas verdes representan beneficios al medio ambiente, son potencialmente dañinos, pues se pueden filtrar sustancias dañinas al suelo.

Lamentablemente, al caminar por la calle o visitar una plaza pública, es común observar en las baquetas o en áreas verdes, diferentes residuos sólidos, de los que buena parte son colillas de cigarro, pues aunque se realice barrido fino, por el tamaño de estos residuos, fácilmente quedan incrustados.

Estas colillas después de utilizadas, contienen sustancias toxicas como nicotina, alquitrán, metales pesados, y su manejo y recolección debe ser prioritario, ya que la celulosa con la que están elaboradas necesita de 2 a 10 años para degradarse de forma natural; siendo una sola colilla, capaz de contaminar alrededor de 50 litros de agua potable.

Desafortunadamente en nuestro país no contamos con una política pública eficaz para la recolección de las mismas; dando valor a su reúso, o generando esquemas de responsabilidad a quienes fabrican dichos productos. Muchas veces el desinterés se origina por considerarlos como “desechos” más que como recursos o materia prima en otro proceso de producción.

Hablar de esquemas de responsabilidad implica cambiar la óptica de empresas, fabricantes o distribuidores, sólo de fines comerciales, sino extender post-venta el compromiso social de cuidado y preservación no sólo de la salud de los consumidores, sino también del cuidado del medio ambiente.

Estas medidas no deben ser vistas como castigo a la industria o sector productivo, sino una revalorización de los desechos de su producto, tal como ocurre desde hace unos años con el PET, convirtiendo al usuario final como el recolector principal, lo que implica darle un mayor valor al material y menor el daño al medio ambiente; y siendo la propia industria nuevamente el mayor interesado en este “nuevo insumo. Así sin darse cuenta estamos creando procesos de economía circular, con múltiples beneficios en el desarrollo de la ciudad; ya que se abona a la protección de la salud  preservación del medio ambiente y se disminuye la huella que dejamos como una de las ciudades más importantes a nivel mundial.

En materia de planeación, se necesitan fijar metas a corto plazo para reducir el daño que ocasiona por un lado el desecho de estas colillas en el espacio público; pero también para implementar estrategias de recolección que aminoren aún más la presencia en cualquier lugar. Por eso es importante la colaboración entre Gobierno, Sociedad Civil y Sector Empresarial para impactar de forma positiva en la cultura social, generando conciencia del daño y asumiendo mayores responsabilidades; pues eso que llamamos basura, es la materia prima en nuevo ciclo económico.

La colaboración, compromiso y la responsabilidad extendida son fundamentales para que este tipo de modelos de gestión se vuelvan realidad. Ya que de esta forma las autoridades garantizan no solo el derecho al medio ambiente sino a una ciudad habitable a través del uso adecuado del espacio público.

POR GABY SALIDO
Diputada local en la Ciudad de México / Presidenta de la Comisión de Uso y Aprovechamiento del Espacio Público del Congresos de la CDMX

Twitter: @gabysalido / https://gabysalido.mx/

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