A nivel internacional ronda una nueva tendencia en materia de controversias en proyectos de infraestructura y construcción. Se trata de la “identificación temprana y prevención de disputas”.
El concepto está basado en el reconocimiento de que las disputas en el sector de la infraestructura y la construcción en general tienen un alto costo en todos los sentidos: merma la relación de las partes, tiene altos costos en recursos económicos y humanos, sobretodo atenta contra el sano desarrollo y conclusión de los proyectos.
Muchos de éstos no se concluyen por disputas que se van fraguando poco a poco durante la ejecución de los trabajos. Las diferencias pueden ser desde aspectos personales, hasta interpretaciones técnicas o contractuales que merman la relación contractual entre las partes, hasta volverse insostenibles, y llevando a estas últimas a extremos tales como rescisiones de contrato, y demandas judiciales o arbitrales con altos costos, y que pueden tardar años en resolverse.
El concepto de “identificación temprana y prevención de disputas” al que nos referimos va aparejado de una figura que también ha ido ganando terreno en la industria de la construcción por su gran aportación al éxito de los proyectos: Los Dispute Boards, que son paneles independientes e imparciales de prevención y solución de controversias que dan seguimiento al proyecto durante su ejecución, y colaboran activamente con las partes para promover comunicación entre ellas, acciones preventivas y soluciones efectivas.
Los Dispute Boards, también llamados “paneles de solución de controversias”, “mesa de resolución de controversias” o “juntas de resolución de disputas”, según el lugar de América Latina en donde nos encontremos, están demostrando ser capaces de invitar a generar condiciones idóneas entre las partes contratantes, tendientes a una sola meta: lograr la conclusión en tiempo y forma de los proyectos.
Estos esquemas tienen muchas décadas de existir en el mundo, y en América Latina han ido exponencialmente en países tales como Brasil, Perú, Chile, El Salvador, Honduras, Panamá y Colombia, con sus respectivas particularidades. En México, se han desarrollado en pocos proyectos dado el desconocimiento que se tiene por la figura, pero existen muchos creyentes en la misma, ante el reconocimiento de que es necesario encontrar nuevas alternativas ante los conflictos que las partes manejan.
Como proyectos emblemáticos que han utilizado esta figura como medios de prevención y solución de controversias en América Latina, podemos referirnos a múltiples, algunos de los cuales son la construcción de las instalaciones no permanentes de los Juegos Olímpicos de Brasil, las instalaciones deportivas de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, las carreteras y puentes desarrolladas por los gobiernos de El Salvador y Honduras auspiciadas por las Cuentas del Milenio promovidas por la Organización de las Naciones Unidas y el gobierno americano; los proyectos de Perú para reconstruir escuelas, hospitales y otras infraestructuras para evitar los efectos devastadores del fenómeno de El Niño y La Niña; el Canal de Panamá; la construcción de la nueva terminal del aeropuerto de Lima; el metro de Bogotá; el metro de Quito; la construcción de proyectos eólicos en el norte del país y muchos otros.
Como vemos, ya no se trata de un concepto teórico y aspiracional. Se trata de un medio de prevención y resolución de controversias que ya es realidad ante las necesidades de una industria que requiere soluciones efectivas y contemporáneas a la ejecución del proyecto y no una vez que éste se ha concluido.
Por ello, es necesario ir conociendo más y mejor esta figura, para fortalecer el desarrollo y metas de la industria de la construcción en momentos sombríos: pandemia, guerras, inflación e incertidumbre.
Nada mejor que prevenir que lamentar… o no construir.
POR ROBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA
VICEPRESIDENTE DE ENLACE LEGISLATIVO DE LA CNEC
@CNEC_MEXICO
PAL
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