CAMPUS

Demagogia

Un segmento considerable del electorado coincide en dos cosas: el obradorato

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Un segmento considerable del electorado coincide en dos cosas: el obradorato tiene que ser anulado de la escena política nacional y, aunque el país no marcha por buen camino, no ven alternativas viables en la oposición. 

Por un lado, piensan que el proyecto obradorista no lleva al país por buen camino. 

A amplios sectores de la población (la más reciente medición del GEA muestra que el 49% de sus encuestados considera que el país va por el rumbo equivocado) les produce urticaria la idea que el populismo autoritario morenista pueda echar raíz y que en varias generaciones no presenciemos la vuelta al sendero de la democracia.  

Por otro, no ven un solo proyecto opositor que genere el mínimo entusiasmo.  No es una sorpresa que las propuestas que han generado una mayor expectativa e interés provengan de la sociedad civil organizada, como el Frente Cívico Nacional que propone la organización de primarias para la candidatura aliancista.  

A pesar del desencanto por el fiasco morenista hay una fuerte resistencia por parte de los votantes para decantarse por alguna o algún suspirante emanado de la disidencia. Los que han levantado la mano oscilan entre la mimetización cerril del Muralito y la opción cosmopolita de Enrique de la Madrid. Las cartas fuertes del panismo son: Lilly, Maru y Xóchitl.   

Del combo opositor surge una versión populista innovadora y fresca que no pierde oportunidad para infantilizar la política. Las propuestas de los adolescentes perenes, de los chamos de lo chévere, los que irradian felicidad y traen consigo soluciones instantáneas a los problemas nacionales. Su oferta programática no se ciñe al abatimiento de la pobreza al generar empleos, tampoco incluye la disminución de la violencia o los índices de inseguridad. Movimiento Ciudadano procura a los electores con más días de vacaciones, cuida su salud con la regulación de los vapeadores y como las mises, también anhelan, la paz mundial.  

La demagogia del movimiento naranja es diferente al populismo de Morena, no solo se mueve en el ámbito terrenal, sino que explota –como lo hizo Samuel García en su campaña- sus carencias y limitaciones. Su narcisismo contrasta con la megalomanía obradorista.  

El mayor peligro para la democracia mexicana puede ser una población con carencias, dividida y acechada por el crimen organizado en búsqueda de respuestas fáciles a problemas complejos. Los demagogos se producen naturalmente en las democracias y es relativamente fácil desenmascararlos: las promesas de mejorar, restablecer, prosperar sin ningún sacrificio, pago o trabajo es demagogia.  

¿Hay manera de inocularse en contra de la demagogia? ¿Nueva o vieja? ¿De izquierda o de derecha? Tenemos que dejar de esperar a un Mandela o un Churchill. No hay que apelar a las conciencias humanas, sino promover un cambio institucional, fortalecer las reglas del juego. 

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

@AECHEGARAY1

COLABORADOR

MAAZ